Capítulo 24

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Theo se recostó sobre el pecho de su madre mientras esta le leía un cuento, a su lado, el pequeño Adrian de cuatro añitos ya se había sumido en un sueño profundo, acariciaba su cabeza mientras terminaba el cuento.

-Mami, ¿los lobos existen?

-Sí, cielo, existen.

-¿Crees que los lobos son como los del cuento?

-No, amor.-Le besó la frente a su hijo menor con cariño.-Los lobos son animales salvajes que viven en los bosques. No se disfrazan de anciana ni se comen a niños.

El niño asintió.

-Mami, quiero ser un lobo, comerme a las abuelitas.

Abigail se incorporó lentamente mientras miraba a su retoño en sus brazos.

-¿Por qué?

-Es que no sé a qué saben.

Ella sonrió.

-Saben fatal, están muy amargas, probé una y estaba puaag malísima.-El niño se rió.-Ahora a tu cama, voy a darte el beso de buenas noches.

-Sí, mami.

Cerró la puerta tras apagar las luces y dar montones de besos a los pequeños, que ahora dormían plácidamente en sus camas.

-¿Tengo que preocuparme de que Theo quiera comerse alguna abuela?

-No creo, le dije que sabían mal, amargas y pastosas.

-¿Como los tofes de la madre de Benjamin?

-Como esos tofes, sí.

-Me parece correcto.-Le tendió la mano.-¿La cena mi lady?

-Por supuesto, me muero de hambre.

De la mano fueron hasta la cocina, dónde Riley tenía puesta una preciosa mesa con velas y tapetes.

-Vaya esto es precioso, eres maravilloso.

Se fundieron en un largo beso.

Estación 117 (1- En llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora