Capítulo 67

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Llamaron a la puerta, ella se puso en pie, estaba en ropa interior, se apresuró al ponerse la camiseta encima, esperaba que fuera el repartidor con la pizza que acababa de pedir, se moría del hambre.

Abrió la puerta y se topó con Chris que le sonreía.

-Buenas noches.

-Ey, ¿qué haces aquí?

Él le tendió la pizza y la bolsa con comida china.

-Pensé que tendrías hambre, me encontré con el repa cuando subía, por lo que supongo que se me han adelantado.

Ella asintió sonrojada y le dejó paso. Él entró y Taylor cerró a su paso la puerta.

-¿Te encuentras bien? ¿No deberías estar en casa?

-¿Por lo del tipo de ayer?

-Sí.

Él dejó las cosas sobre la mesa y se giró para mirarla.

-Si quieres me voy

Ella se apresuró a acercarse.

-No, no, no me entiendas mal, pensé que querrías descansar un poco, por eso no te dije nada hoy, pensé

-Pensaste que estaría asustado recluido en mi casa. No, no me apetecía estar en casa, además Oliver está cada vez más enfurecido con el mundo y Félix no deja de irle detrás, parece un perro faldero. Creo que le gusta.

-¿Felix a Oliver?

-Oliver a Felix.-Corrigió él.-¿Cenamos?

-Sí por favor me muero del hambre.

Se sentaron en el sofá y ella prendió la tele mientras se acurrucaba a su lado.

-No te lo pregunté, pero ¿cómo es que llegaste primero a la estación cuando dieron el aviso del secuestro?

Ella se puso colorada y se levantó, se acercó a la cocina y sacó unos cuantos sobres, tendiéndoselos. Él los recogió. Eran todo multas de tráfico.

-¿Y esto?

-Es mi forma de llegar pronto

Él las abrió y las leyó una por una.

-En resumidas cuentas, te saltaste todos los semáforos desde San Agustine hasta la estación.

-Sí

Él dejó las facturas en la mesa y la atrajo hacia si. Ella cayó sentada en su regazo mientras él la abrazaba.

-Estás total y absolutamente loca, Taylor Elisabeth Moore.

Ella se giró para quedar cara a cara con él.

-Te dije que si me gusta alguien llego a ser muy intensa, no digas que no te lo avisé.

Él asintió con una sonrisa, la giró con suavidad, podía ver las cicatrices de las heridas de su accidente en el hotel acristalado. Le apartó el pelo y la miró a los ojos.

-Eres preciosa ¿lo sabes?

-Me lo dicen a menudo-Bromeó ella.

-Creída

La besó, primero con suavidad y luego con pasión, mientras ella se ponía a hocajadas sobre sus piernas.

Estación 117 (1- En llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora