Una mujer esperaba sentada en el capó de su coche, llevaba un vestido ajustado, el pelo de peluquería y las uñas recién hechas. Miró el camión de bomberos que aparcaba al lado, todos bajaron. Miró al chico alto y de pelo castaño, estaba para comerlo. El siguiente también, pero en rubio, y el otro también, con esa piel tostada al sol. Se moría. La ambulancia también aparcó a su lado, el chico que bajó era joven, de unos veinti muchos o treinta muy pocos. ¿Qué clase de estación de bomberos tenían allí? Todos estaban de muerte.
Riley entró primero, seguido de Félix. El camarero los miró un momento y sonrió.
-La loca de ahí fuera, la del coche deportivo amarillo limón.
Riley inclinó la cabeza y dio las gracias. Salieron de nuevo y se acercaron a la mujer, ahora podían ver de qué hablaba el 911 cuando avisó de un atropello sin intento de movilidad por parte del vehículo.
La mujer llevaba un ridículo vestido fucsia, los tacones de más de un palmo de alto, tendría unos cuarenta y pico, casi cincuenta. Bajo el coche asomaba una pierna.
-Señora, ¿podría dejarnos echar un ojo a su coche si es tan amable?-Oliver le sonreía, ella apartó un mechón de pelo fantasma y se movió como gata en celo, contoneando las caderas de un modo excesivo. Taylor se tiró al suelo para ver debajo.
-¿Es un hombre?
-Creo que sí.-Secundó Oliver.
-Es Eddie, mi marido.-Dijo la mujer al fin, regodeándose.
Riley la miró sin entender. Abigail tomó la palabra.
-Señora ¿qué hace su marido debajo del coche?
La mujer sacó una caja de pitillos y encendió uno como si fuera algo de lo más normal en aquella situación.
-Tuvimos una pequeña discusión.
-Y tan pequeña...-Murmuró Chris mientras intentaba encontrarle el pulso al hombre atrapado. El coche era tan sumamente bajo que le era imposible acceder a él. -No puedo llegar ¿Tay?
-Lo intento, pero tampoco puedo. Vamos a necesitar el gato.
-¿Tenéis mascota?
-Señora ¿cuanto tiempo lleva su marido bajo el coche?-Taylor la miró sin entender del todo la situación.
-Veamos, cenamos en el City Dinner hace unas tres horas, me dijo que me dejaba por su secretaria de veinte años como hace una hora y media y desde entonces. Fui al Billis, tenían una oferta buenísima, luego al The Page, la mejor pizza del mundo, paré en el Papacitas y hasta aquí.-Extendió los brazos.-El Outlaws.
Riley la miró con la boca abierta.
-Es casi media hora con alguien bajo el coche, ¿no se dio cuenta?
-Ah, si me di cuenta, -se giró hacia el coche y le gritó.-¡Pero se lo tenía merecido!
La mujer apestaba a alcohol.
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Estación 117 (1- En llamas)
RomanceHuyendo de su pasado, termina mudándose a un pequeño pueblo de Texas, pero lejos de lograr pasar página, el pasado vuelve para terminar con ella. Solo un milagro podría sacarla de las llamas del infierno en el que se ha metido.