Epílogo

61 0 0
                                    

El coche está detenido al otro lado de la acera. Sus ojos están puestos en ella. No se le pasa por alto ni uno solo de sus movimientos, cómo el le aparta el pelo y ella le mira. Es estúpida, no sabe que la están engañando. ¿Pero qué se esperaba de ella? Nunca había sido muy avispada.

Cuando sus padres murieron en aquel extraño incidente ella solo había llorado sobre su hombro. Poco sabía ella que había sido él mismo quien los había sacado de la carretera, haciendo que se precipitaran cuesta abajo contra la arboleda.

Pero lo entendería cuando se lo explicara. Cuando viera que realmente todos aquellos bomberos se querían aprovechar de ella, que era carne fresca para aquel rubio, que al mes y pico la dejaría tirada, porque ellos eran así, unos chulitos, unos prepotentes. No sabía que era realmente aquel mundo. Pero él se lo enseñaría todo, por completo. Uno por uno.

Estación 117 (1- En llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora