Cody
Mi visión se reduce a un solo color.
Rojo. Rojo. Rojo.
Mis dientes se presionan entre sí haciendo que suelte un gruñido cuando patino de vuelta hacia dónde se encuentra el entrenador Derry, quién me regaña por comportarme tan agresivamente con mi equipo.
¡Oh, Cristo! ¡Estoy siendo un matón!
Nunca he sido uno, y no planeo serlo ahora, pero es casi imposible manejar muy bien mi temperamento sabiendo que fui un jodido cabronazo la noche del sábado, y me arrepiento de ello bastante, como también, que es un trabajo complicado borrar de mi mente a Ada Floyd en conjunto a todo lo que involucra esa noche porque lo único que deseo es estallar totalmente.
Sí, no consigo calmarme, es probable que termine haciendo daño a alguien o a mí mismo, y de ambas cosas, prefiero que sea esto último. También, está el hecho de que debo disculparme, claro está. No obstante, me siento enfadado con Ada como para hacerlo, sin duda, no soportaría mirarla.
¿Por qué estaba echándome de su casa? ¿Por qué no me quería allí con ella?
¡Ostras! ¿Acaso no soy suficiente bueno como para ser la compañía de alguien en un sábado por la noche?
Joder, claro que no.
Soy muy bueno. Las mujeres siempre dicen que soy una excelente compañía; buen hablador, exquisito besador, jodidamente bueno en la cama. Entonces, ¿por qué Ada Floyd solo se cabrea cada que estoy presente? Y es así en cada oportunidad que tiene.
¡Jesucristo! Estoy tan jodido por ella que hasta mi mal humor depende de esa mujer de lengua afilada.
Cabeceo tratando de sacarla de mis pensamientos, pero, no es hasta después de más de media hora de entrenamiento —como castigo por mi estupidez— que puedo librarme de ella —tanto en mente como de vista— e irme a esconder en el vestuario.
Me deslizo de mi equipo de protección y uniforme en un santiamén. Entonces, camino hacia la ducha con vehemencia, y cierro mis ojos en tanto me hundo en el agua artificial calmando las partes agredidas de mi tensado cuerpo. Los cardenales parecen incendiarse en dolor al tocar el agua y siseo por ello.
Mis pensamientos pululan nuevamente para joderme, entonces, sé que tengo que ser honesto conmigo mismo sobre mi energía turbante de enojo y su fuente de inicio.
Sin duda, he sido un imán para el enfado desde que me levanté, y Dyrus apareció en la puerta de mi habitación con una oferta odiosa en mano sobre una entrevista para reclutamiento.
No esperaba que se enterará que a finales de la temporada del semestre pasado los Boston Bruins manifestaron contacto conmigo, pero, lo hizo, y ahora solo quiero estrellar mi mano contra el pavimento para jodermela tanto que no tenga que ir al hielo por más de dos semanas y poder respirar sin sentir su presión —de ser aún más perfecto de lo que ya intento ser— en mi nuca, pero, al mismo tiempo en que pienso en ello como solución; mis pulmones pasan a sentirse adoloridos con cada respiración que ejecuto, —como si intentarán darme un tirón de lógica— y solo por ello es que me concentró en saltar al segundo plano de mi enojo: Ada Floyd.
La hermana menor de mi mejor amigo se coló a la pista de hockey durante el entrenamiento de esta tarde, y no fui consciente de ello hasta segundos después de su llegada. Además, está de que su presencia en la tribuna no fue solitaria porque ese payaso de Nick Devon al cuál detesto con mi vida estaba a su lado —eso me puso en un estado de enojo masivo—, así que, resulté ser más demandante que de costumbre sobre mis movimientos en la pista.
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«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©
RomanceTodos contamos con alguna debilidad. Para Cody Coleman es una chica, pero, no cualquiera, sino la hermana de su mejor amigo. Ada Floyd detesta a los playboys, detesta a los idiotas, y en su pirámide de odio, Cody Coleman tiene el primer puesto. ¿Qué...