Capítulo 37: No porque te pertenezca, sino porque realmente me conoces.

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Cody

El aroma a granizo sigue picoteando mi nariz con premura, no obstante, aquello desaparece al mismo tiempo, en el que ingreso al vestidor. Ahora, mi sentido auditivo está siendo distraído por las risas de mis amigos, así que, en calma comienzo a desvestirme, y pronto, estoy dándome una ducha que logra erradicar la tensión en mis músculos.

—¡Ustedes tienen la habilidad de pelea de una niña de tres años! —exclama Bart llamando mi atención, así que, alzo mi mirada encontrándolo en el umbral del vestidor.

El rubio está sonriendo de medio lado mientras pincha las costillas de Zedd haciendo que el pelinegro suelte un gruñido.

—¡Jódete, Bart! —intenta Splinter rodando sus ojos, y pronto, lo observo saltar a lado de Bart tomándolo de su cuello, y riendo para luego sacudir su cabello.

—¡No hagas eso! ¡Me despeinas! —chilla Bart como un niño pequeño haciendo su rabieta. —¡Vas a arruinarme el estilo!

Jonas enseguida avanza con diversión hacia ellos, y tira de Bart haciendo que el rubio sonría agradecido.

De repente, Zedd está rodando los ojos y comienza una disputa infantil entre ambos. No obstante, las risas cesan cuando Sídney ingresa con rapidez al vestuario soltando palabras a medio terminar.

—¡Jesucristo, Sídney! ¡Respira una vez más y solo dilo! —proclamo desde la ducha.

—¡La puma de Neyra Street está en la arena y atrapo a Theo y a Phineas! ¡Los va a acabar! —grita, Doyle.

Un mal presentimiento me acoge el pecho, y suelto una exhalación dolorosa, por lo que, enjuago el champú de mi cabello con rapidez, y pronto estoy saliendo del agua con una toalla en mis caderas.

—¡Muchachos, nuestros amigos están en peligro! —asume, Bart colocándose al frente de nosotros. —Tenemos trabajo que hacer. Saquen ahora el cuaderno de campo. —añade, y enseguida abro mi casillero tomando la hoja del plan de escape.

Es algo que trazamos en caso de que ocurriera una trampa cómo esta con Street.

—Cody, marca el primer hecho. Terreno hostil detectado. —habla, Bart. —Jonas, debes poner en marcha el paso del escorpión. —ordena el rubio, y enseguida, Crashmell se ubica su chaqueta del equipo y sale del vestuario con su palo de hockey. —Neal organiza la tabla estadística de oportunidad. Es hora de hacer llorar al puma. —truena sus dedos, Bart.

El rubio da otra vuelta por el lugar para abrir su casillero, y de allí toma la funda con las balas de pintura que compró hace tiempo, y enciende su estéreo ubicando su canción favorita para las tretas de jugadas.

—Sídney, ve por el arma de paintball. —enuncia el rubio del equipo. —Joderemos a esa bruja tantísimo que recordará no meterse nunca más con el equipo de Columbia. Esto será por el entrenador, por nuestros mentores, y por cada persona que sufrió en sus garras a causa de sus reportajes de mierda plagados de mentiras. —añade.

Enseguida, me visto con rapidez y camino con el cuaderno de campo en dirección a la pista de hockey, y detrás de mí está Sídney con la pistola marcadora, y a su lado, aparece Bart, quien se ha colocado las municiones alrededor de sus caderas. Los demás miembros del equipo van tomando sus posiciones estratégicas cerca de la pista.

—Sídney, dispara a manchar. —pide, Bart, y Doyle asiente con una sonrisa.

—No dudes ni un poco de ello. —asegura, Sídney.

Después de esas palabras hicimos lo que debíamos, y atacamos Neyra Street hasta que huyó despavorida de nuestro lugar con pintura de colores hasta en el cabello.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora