Capítulo 14: Hay más de ti de lo que me has dejado ver.

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Ada

Casi nunca me arrepiento de mis decisiones, y no porque crea que estén bien y declaré que son correctas porque sé que me equivoco mucho, sino que, no tengo esa pisca de humanidad en mí, dado que, he perfeccionado a mi corazón para que no procese emociones con tanta fuerza. Por ello, pueden considerarme como una capulla de corazón frío. 

No obstante, sí que me arrepiento de haberle hecho mierda a Cody con lo de subirme a su regazo y hacer esa estupidez del tamaño de la Torre Eiffel. 

¡Diablos, ahora que lo pienso fue totalmente desubicado!

Quedo más que claro que tiene respeto hacia mí, y a mi hermano, y no cometería otra equivocación conmigo.

Sí, fui una perra con él. 

Una grandísima bruja y está bien que me sintiera así de horrible, luego, de que él se fue de mi casa el viernes, también, me perdí el partido por él la siguiente semana a esa. 

Supuse que no quería verme, suficiente con saber que odia jugar y no soporta estar en el hielo como para joderlo con mi presencia. No quiero torturarlo, eso no entra en mis planes. 

Entonces, el haber faltado haría que todo estuviera bien, pero, no es así. 

Porque no creí que al abrir la puerta de mi habitación encontraría a Cody Coleman al otro lado con una sonrisa ladeada, y luciendo como un cachorro perdido, pero, así fue, y ahora, debo medir mi lado de capulla para no herirlo porque me es casi imposible no soltar un montón de preguntas acerca de nuestra última conversación, como también, de querer echarlo tan pronto porque nunca he sentido tanta vergüenza en mi vida. No como lo hago ahora.

Así que haciendo énfasis en el presente.

Escaneo su rostro, y no puedo decidir en qué estado de ánimo se encuentra, pero, lo que sí puedo decir es que quiero abrazarlo y no soltarlo, y eso me genera una tremenda perturbación enseguida porque nunca he sentido esa necesidad antes, y no es apropiado ahora. Por ello, me declino a fijarme en su atuendo.

Lleva unos pantalones sueltos de color crema, junto a una sudadera desgastada con capucha, pero, lo que me llama la atención es su gorra plana de los Yankees. 

Sonrío de lado por ello, y agito mi cabeza hacia atrás; me abro camino a un lado dejándolo pasar y él lo hace en silencio. 

Quiero preguntar la razón, por la que, está aquí, pero, mi curiosidad podría convertirse en una condena.

«Vamos, despierta Ada Floyd y sé la misma de siempre; trátalo con normalidad y hazlo de una maldita vez, además, deja de mirarlo tanto, eso asusta».

Parpadeo un par de veces mientras él sigue de pie a unos metros de mí, sin siquiera hacer algún movimiento, y eso me está desesperando.

Cody me hace sentir pequeña en esta habitación por la personalidad hermética que se carga, dado que, no parece afectarle nada. Y confieso que no he podido dormir desde que me soltó que no le gusta el hockey; junto a lo ocurrido en el sofá, y lo de Edmonton. 

Intenté especular más sobre ello, pero, no pude, simplemente se sintió mal hacerlo, y yo nunca he tenido ningún problema para portarme como una capulla la mitad de mi tiempo, así que, tengo un gran dilema, justo ahora, y todo se debe a Cody Coleman.

Ahora, debo colocar un maldito termómetro para no superar mis niveles de gilipolleces.

—Sabes qué, las gorras se usan para el sol, ¿verdad? —pregunto con un deje de diversión, y eso lo hace sonreír. 

Presiono mis labios en una fina línea y suelto un suspiro. 

—Nunca es propio de mí, pero, te debo una disculpa por lo ocurrido el viernes pasado, y sí, bueno, lamento todo eso. Ya sabes, haber sido una capulla inmensa, y saltar sobre ti. No fue correcto, Cody. —me disculpo con sinceridad. 

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora