Capítulo 44: Siempre voy a amarte, y eso nunca cambiará.

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Cody

El sudor me recorre la piel y lanzo bocanadas en busca de aire, a través de mi casco, como si eso hiciera que la adrenalina se disipara un poco. Además, los músculos de mi anatomía duelen, pero, no es ni comparable a lo que causa un vacío pesado y sofocante en mi corazón. La ruptura. Eso sí que me jode como el infierno.

Muerdo mi labio inferior con fuerza saboreando el sabor metálico de la sangre en mi boca porque es la única manera en la que puedo controlar a todos mis pensamientos atropellados.

Mis oídos zumban con la siguiente campanada de anotación, y entonces, dirijo mi mirada hacia la tribuna. Sigue allí. Ella aún permanece en su asiento, y sin importarme nada no le quito los ojos de encima. Aunque, debería porque yo rompí con ella, no lo hago.

Sí que estoy triste, claro que sí, pero, también, estoy consciente de que mis sentimientos no mueren solo porque tomé una decisión que nos jodio a ambos.

Cristo, la intensidad de mi mirada sobre ella es una acción inevitable. Y, eso me recuerda al entrenamiento de esta tarde que fue una mierda porque, aunque logré concentrarme, y lanzar tiros de mejor manera que antes, también, contaba con el factor de la distracción por momentos, debido a, Ada Floyd.

No la esperaba. Por mi mente nunca paso la posibilidad de que ella apareciera, pero, lo hizo. Y, está noche es importante, es el partido que decide si iremos a los playoffs, y debo estar completamente centrado en este evento, no obstante, se me dificulta un poco seguir mis propios pasos cuando Ada está aquí porque no dejo de reproducir en mi mente la noche de la conmemoración del Plaza Hotel.

Una mano se ubica en mi hombro, por ende, parpadeo cuando observo a Jonas mostrándome un ceño fruncido, y un segundo después, él se encuentra tirando de mí hacia la zona de cambios.

—El entrenador está preocupado. —menciona, Theo. En este instante, él habla conmigo, o al menos, lo que se relaciona con el hockey. —Quiere que te quedes en la banca en los siguientes diez minutos. Los marcajes en nuestra zona están siendo más agresivos de lo normal contra ti. —añade.

—Puedo soportarlo, lo he hecho antes en otros juegos. —manifiesto, de prisa, pero, él está negando con la cabeza. —Vamos, Theo, sabes que puedo hacerlo. —insisto.

—Sé que puedes, por eso, vas a quedarte descansando, y volverás cuando debas. —expresa, y entonces, ruedo mis ojos soltando un bufido.

—Solo estaré en tu cambio por diez minutos. Luego, puedes recuperar tu lugar. —me dice, Neal Cameron con una sonrisa algo incómoda. —Lo prometo.

Lanzo una mirada hacia él, y salto sobre la valla tomando mi puesto en el banco, entonces, observó como Neal me reemplaza en la posición, por ende, me quito mi casco soltando un suspiro amortiguado, y me fijo en los movimientos de los imbéciles de Stanford.

Clark Bell está deslizándose sobre el hielo, en tanto, busca cazar a Neal, y cuando lo intercepta lo lanza contra el vidrio templado sin inmutarse, y enseguida, siento el enojo ocupar mis emociones.

Sonrío cuando el árbitro le llama la atención porque Cameron ni siquiera tenía el disco cuando efectuó ese movimiento.

—Odio a ese jodido idiota. —murmuro entre dientes, en tanto, fijo mi mirada en mi próximo objetivo cuando regrese al hielo.

Espero de manera impaciente contando los minutos en el marcador porque la desesperación está colándose en mí por completo. Sobre todo, cuando los orbes marrones de Ada regresan a mí cada tanto, como si esperara que le devolviera la mirada, pero, no lo hago porque sé que sí intento si quiera tener contacto visual duradero con ella, perderé toda mi mierda.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora