Capítulo 50: Reparando errores.

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Cody

Una vez pregunté si habían visto a una estrella. En ese entonces, yo era una que se estaba apagando, y que se encontraba absolutamente vacía.

En este momento, soy una estrella que está volviendo a brillar, y si pudiera hacer una pregunta astronómica a Theo, sería el ¿por qué un cuerpo celeste brilla?, entonces, él seguro me respondería que se debe a una explosión que ha ocasionado que toda la galaxia se ilumine.

Esa explosión sería Ada Floyd. Y, consecuentemente mi valentía para empezar a vivir por mí mismo, y no por lo que, Dyrus quiere. Y, si deseo seguir por este camino dónde soy feliz, sin duda, debo empezar a hacer cambios a mi alrededor. Por esa razón, me encuentro desempolvando mi habitación.

Los trofeos de hockey que apenas quedaban se han ido a la caja etiquetada como "Pasado", junto a los pósteres de Edmonton, y el papel tapiz de color blanco. Mi escritorio esta casi vacío, además, le he dicho adiós a los porta-retratos familiares engañosos, y a los estúpidos libros de negocios internacionales.

En última instancia, me acerco a mi armario, y de allí tomo mi jersey, el que solía usar para jugar, entonces, giro la prenda hacia la espalda, y distingo el apellido Coleman en esta, y ostras, se siente tan extraño estar a punto de deshacerme de ello.

He vivido buenos y malos momentos dentro del hockey, y este jersey es la prueba de ello, y aunque una parte de mí muy al fondo quiere conservarlo, no lo hago porque es hora de ser quien quiero ser, y que no haya duda alguna. Por ende, dejo caer la prenda dentro de la caja, y luego, me coloco de cuclillas, y libero mi escondite del arte que permanecía en mi armario, y es bueno sentir esta emoción de paz por unos segundos porque he estado esperando este momento de libertad desde siempre, y estoy orgulloso de mí por haberlo conseguido.

Sonrío, en tanto, se materializa frente a mí, el cuaderno de dibujos a mano que solía llevar conmigo todo el tiempo cuando era más joven, por miedo a que Dyrus lo encontrará y lo rompiera a pedazos.

Respiro un poco después de aquel pensamiento, y continúo con los siguientes objetos que son lápices de colores, acuarelas, y tempera.

Finalmente, llego a mi tableta gráfica, y la enciendo, entonces, la pantalla se ilumina y distingo una hoja de trabajo abierta que me hace detenerme por unos cuántos segundos porque vislumbro el boceto enseguida, y sin duda, es un dibujo a medio terminar que no recuerdo haber empezado, aunque, sinceramente, después de mi distanciamiento con Ada, la mayoría de esos días son borrosos. Pero, sí sé que era a ella a quién estaba plasmando.

Bloqueo el dispositivo en un santiamén, y me dirijo a mi cama para sentarme por un momento, al mismo tiempo, que dejo la tableta sobre el cubrecamas, justo a mi lado.

Jesucristo, pensar en Ada es cada vez más difícil con cada día que pasa, y no es que no quiera correr hacia ella porque es lo que deseo con más fuerzas que nunca, pero, también está el hecho de que por una vez en mi vida me he puesto a mí primero en esta etapa de sanación personal, y estoy consciente de que eso no me hace egoísta porque querer estar bien conmigo mismo en el ámbito de avanzar y dejar de permanecer estancado como antes es una forma de amarme a mí mismo, y hacerlo no está mal.

Enserio quiero estar tranquilo con mis decisiones, y con mis acciones.

Por ende, recordar la sensación que tuve hace una noche atrás con Ada entre mis brazos me da un poco de alivio a mi atormentado ser, pero, también es algo destructivo porque eso me lleva a pensar en ese magnifico beso, y la forma en la que quería que no acabará, pero, obviamente desear aquello era imposible porque la mañana llego más pronto de lo que creí, y tuve que marcharme, aunque, le deje en claro a Ada que podría llamarme cuando sea porque a fin de cuentas solo estamos a una llamada de distancia.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora