Capítulo 54: Bebé arcoirís.

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Cody

Hay un momento en la vida en el que te sientes totalmente perdido y no sabes que mierda hacer con eso. No comprendes si debes llorar hasta desgastarte, si debes reprimirlo hasta que la cabeza estalle, o simplemente dejar que te aplaste hasta los cimientos porque realmente no hay una respuesta correcta para lo que debes hacer, y quizás, no la haya nunca.

Llorar hasta que tu corazón se quiebra y estás levitando en un hilo de consciencia por la parte emocional cansada de ti, es duro.

Reprimir tus emociones hasta que finges una sonrisa teniendo un corazón roto dentro de ti, y fragmentos de tu esencia que van desapareciendo es jodidamente horrible.

Dejarte aplastar por el peso construido de los remordimientos, mientras, intentas escalar por una paz que eres incapaz de encontrar, sin duda, una crueldad.

Y, debido a eso, antes solía creer que evitar las cosas era lo mejor que se podía hacer porque de esa forma el dolor que está dentro de ti no podía lastimarte más de lo que ya lo hace. O al menos no tan fuerte como cuando lo enfrentas, y te permites sentirlo hasta la última grieta.

Ahora entiendo que pensar aquello me hacía ser un iluso que temía afrontar la culpa retenida desde hace años atrás, es por ello, que estoy haciendo las paces con mi pasado que me ha estado persiguiendo cada día. Por eso, he decidido venir a visitar a esa pequeña parte de mí que en un momento estuvo respirando en este mundo.

El frío me golpea el rostro con premura, y mi respiración tiembla a medida que camino por el lúgubre lugar. Mis pies pisan las hojas secas bajo la suela de mis zapatos, pronto, mi visión está siendo distorsionada por la neblina. Aun así, puedo notar las lápidas sobresaliendo como girasoles en un campo al atardecer, solo que estás lucen desgastadas y llenas de tristeza porque resguardan a personas que fueron amadas.

Me quedo estático cuando mis orbes marrones se topan con la estatuilla de un ángel de alas rotas mirando hacia el cielo con una mano extendida.

Lanzo una respiración profunda, y me obligo a seguir caminando justo hacia la ladera del cementerio, dónde, los árboles están descuidados, y sin hojas que los abriguen.

Cuando llego a mi destino siento como mi corazón se encoge dentro de mi pecho, y aparto la mirada por un instante sin ser capaz de leer su obituario, por lo que, es muy claro que las emociones siguen dentro de mí rasgando todo lo que tengo.

Presiono mis dedos contra mis palmas con fuerza, y abro mis ojos dirigiéndolos hacia la lápida, y los recuerdos de esa noche comienzan a surgir en mi mente. Y, sin dudarlo, puedo ver claramente en mis memorias aquella tarde en la que Fallon me dijo que creía que estaba embarazada.

Mi percepción sobre la vida cambió de un segundo a otro, y me recriminé a mí mismo de que eso pasará porque siempre fui joven y estúpido con mis decisiones, pero, eran mías y solo me afectaban a mí, sin embargo, esa vez, no solo me había jodido a mí, sino a alguien más que no lo merecía. Por ende, mis manos habían temblado con miedo de que fuera cierto, y mi pecho se agito durante todo el trayecto que hice pasar a Fallon hacia la farmacia.

Dos adolescentes comprando cajas de pruebas de embarazo para luego descubrir la existencia de una vida creciendo en el vientre de la chica en el baño de una estación de autoservicio.

Fallon había llorado tantísimo que me costó mucho intentar calmarla, y exploramos todas las opciones posibles para la situación; ella se negó a todas las que no implicarán que el bebé naciera, y yo solo seguí lo que ella quería, lo hice aun cuando tenía miedo de perderla en el parto a causa de sus problemas cardíacos.

Tuve que decirle a mi padre en algún punto, por supuesto, que me gané una paliza, y sin duda, le ofreció un cheque con miles de dólares a Fallon para que abortará, e incluso intento obligarla a hacerlo.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora