Capítulo 17: Policía de la tristeza & La cuerda de tensión.

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Cody

Mi mente es un diluvio, y en estos momentos no cuenta con mucha lógica, por tanto, después de la tarde de muffins y películas con Ada y Peaches, sé que está ocurriendo algo de lo que debo escapar porque no es normal que mi corazón lata tan de prisa como lo hace cuándo estoy cerca de la pelinegra, así mismo, mis instintos de chico cachondo son un problema.

Y sé que no me pasaban este tipo de cosas antes porque siempre me obligué a no dejarme sentir cosas por Ada, pero, supongo que el hecho de haberla besado torció las cosas para mí. Bueno, eso y las confesiones durante las noches. 

Por ende, debo evitar a Ada Floyd como si de una peste se tratará porque no confío en mí mismo para evitar hacer tonterías como querer besarla, de nuevo porque, Dios sabe que sí, y ahora he empezado a soñar que hago más cosas que solo besarla. 

—Cody, ¿estás con nosotros? —escucho la voz de Theo preguntarme aquello en un tono divertido. 

Salto sobre mi asiento, y pronto despego mi mirada del plexiglás de la pista de hockey como si hubiera sido atrapado cometiendo un delito. Luego, lanzo una respiración profunda y levanto mi mirada hacia él que sostiene una carpeta a mi lado.

—Claro que sí. Solo que ese odioso jersey que llevas es tan feo que no quiero verlo. —bromeo.

—Oh, por Raziel. Sabes que debo distinguirme como capitán. —ríe hacia mí, y rueda sus ojos divertido. 

—Deberé aconsejarle a Wilson que deje de halagarte tanto porque estás siendo muy egocéntrico. —menciono con diversión. 

Theo suelta un bufido de ofensa a medias, y termina riendo.

Me concentro en la pista de hielo de nuevo. 

El entrenador Derry está gritando como siempre, y el novato asiente a regañadientes. 

Esa rebeldía no es algo que quiera en el equipo, pero, su habilidad de patinaje es algo que será útil. 

—Los campamentos de hockey sirven para pulir las habilidades. —escucho mencionar a Theo. —Pero ¿no te enseñan modales allí? —me pregunta. 

Alzo el mentón y recuerdo todos esos odiosos veranos en los que desee no ir nunca más allí. 

Quisiera decir que todo hubiera sido mejor si me hubiera lesionado perpetuamente en los entrenamientos de aquellos años, pero, sé que, aun así, Dyrus hubiera pagado por el mejor terapeuta físico para que volviera a sostener un maldito stick y ser su hijo trofeo.

—Algunos sí. Depende de la clase de atleta que quieras ser. —murmuro fijándome en que el novato pierde los estribos, y con eso niego enseguida hacia el capitán del equipo, y al entrenador. 

—Bueno, aún quedan unos cuántos más. —intenta, Theo. 

Pero, creo que he visto lo suficiente como para querer retirarme de aquí.

Me encuentro levantándome de mi lugar cuando un nuevo novato ingresa. 

El entrenador Derry le lanza las indicaciones, y asiente con desgano. Este chico no parece querer estar en el hielo, pero, es una forma diferente a lo que me pasa a mí.

—¿Quién es ese? —pregunto a Theo cuando me acerco al plexiglás y clavo mi mirada sobre el novato con el jersey de su equipo temporal de Columbia. 

—Neal Cameron. —pronuncia mi mejor amigo. 

Theo se levanta de su asiento, y coloca sus ojos avellanas sobre el prometedor jugador.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora