Ada
La melodía de una canción de NSYNC resuena dentro de mi habitación como es habitual. No obstante, la emoción que me recorre la anatomía es imparable porque me he despertado con una inspiración innata que me está haciendo ir como correcaminos con mis dedos desplazándose sobre el teclado de la laptop, en tanto, las ideas fluyen, y cobran vida en la hoja de Word.
«Creía que nuestro último beso sería aquella noche llena de pesadez por nuestras heridas en el alma. Pero, pensarlo había sido un error porque en este instante he descubierto que con Harry no hay últimos besos, más bien, hay eternidad de caricias, y amor».
«Durante toda mi vida adolescente pasé escondiendo mis sentimientos dentro de la fantasía de vivir un romance de New York como los de aquellas infinidades de películas que me acompañaron en noches tristes, sin embargo, ya no tenía por qué seguir esperando algo irreal. No cuando la mirada de Harry tropezó conmigo, y unió nuestros destinos relegándolos a un para siempre».
Fin
Al escribir la última palabra solo puedo pensar en que ha sido una experiencia inolvidable escribir este libro.
Tenía muchas dudas al principio. Y, la más fuerte era si en algún momento compartiría mis escritos con el mundo, ahora, eso estaba resuelto porque he contactado a una editorial que leerá mi manuscrito. Por tanto, puedo decir que estoy asentada en la idea de perder el miedo que tengo por la crítica constructiva, así que, con ello en mente, guardo el documento en mi nube electrónica, y apago la laptop unos minutos después.
Estoy levantándome de mi cama que está hecho un desastre —seguramente debería empezar a ordenarla— cuando de pronto, mi teléfono recibe una llamada, y al descolgar noto la voz de Nick Devon al otro lado lanzando palabras a medio terminar por la emoción brotando de sus labios que lo hace tropezar de manera verbal.
—Vale, más despacio, Nick que no estoy entendiéndote nada. —exclamo contra la bocina, en tanto, frunzo mi ceño porque me sorprende su llamada.
—Estoy cerca de tu casa. Tienes que venir conmigo a la estación de policía han detenido a Lanely hace 20 minutos en el campus y van a trasladarla. —me explica con rapidez, y ni siquiera me lo creo en un inicio. Trago saliva con fuerza, y pregunto cómo se ha enterado. —Mi padre me lo ha dicho tan rápido como se ha enterado. —me contesta.
—Salgo en un minutos. —murmuro con una sonrisa abriéndose paso en mis labios. Cuelgo la llamada de prisa.
Me permito soltar un grito de alegría porque se ha hecho justicia, de cierto modo, luego, brinco fuera de mi cama con rapidez, y sustituyo mi pijama por un mi short de mezclilla y blusa de tiras, en última instancia me coloco mis botas negras, luego, tomo mi teléfono, guardándolo en el bolsillo trasero, y correteo fuera de mi habitación.
Bajo las escaleras de dos en dos con el objetivo de llegar a la salida de forma inmediata; a duras penas consigo darle una despedida decente a mi hermano mayor que se encuentra en la cocina masticando cereal azucarado a más no poder, dado que, el claxon suena enseguida, por lo que, sigo avanzando y cierro la puerta detrás de mí. Finalmente, corro en dirección hacia el auto de Nick y subo en un santiamén.
—¿Estás nerviosa por esto? —me pregunta, Nick arrancando el auto. Sus orbes me observan con perspicacia.
—Ni un poco. —delineo mis palabras con seguridad. —Solo espero llegar a tiempo para verla en la celda antes de que su papi la saqué. —añado.
Mi mejor amigo conduce hasta la estación de policía de Manhattan, y mis manos no se mantienen quietes en lo que transcurre el trayecto porque voy moviéndolas sobre mi muslo como si estuviera tecleando algo. Por ende, cuando se estaciona, se gira hacia mí, y sostiene mi mano entre las suyas.
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«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©
RomanceTodos contamos con alguna debilidad. Para Cody Coleman es una chica, pero, no cualquiera, sino la hermana de su mejor amigo. Ada Floyd detesta a los playboys, detesta a los idiotas, y en su pirámide de odio, Cody Coleman tiene el primer puesto. ¿Qué...