Capítulo 26: Cornelia Street.

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Ada

Las únicas expectativas que tengo sobre el amor están en las viejas fotografías que tengo de mis padres. Y siempre supe que esa mirada que ambos tenían cuando se observaban uno al otro, era algo mágico y muy poco común en la mortalidad de este mundo vació, por tanto, a escondidas y en la oscuridad de mi habitación, tal y como la princesa Tiana pedía su deseo, yo hacía lo mismo.

«Alguien que me amé con intensidad y magia».

Deseaba algún día encontrar a la persona que me miraría así de increíble, y con el tiempo, perdí aquellas ilusiones, y, aunque, el mundo de la lectura se volvió mi escape y me agazape de historias de amor, ninguna se comparaba a mamá y papá, y en el fondo, acepté que esos amores solo aparecen cada cien años, y mis padres tuvieron la oportunidad tenerlo. Y sé que se amaron hasta el último respiro.

Pero, entonces, me fijo en Josephine Wilson y mi hermano, y sé que ellos tienen eso que tanto desee hace mucho tiempo. Por tanto, cada mañana lo primero que recepto en ellos al encontrarlos en mi camino son sus miradas, y puedo decir que sin duda, es la expectativa que conozco, es lo mágico que siempre supe que existía, pero, que me negaba a creer.

No obstante, esa mirada también la estoy encontrando en Cody Coleman. Lo sé por la manera en la que mi mundo gira cuando estoy con él, porque es como si la gravedad de la tierra desapareciera y flotará cada vez que sus labios pronuncian mi nombre, o me susurra palabras bonitas, o cuando me besa. Y sé a ciencia cierta que somos ultra magia como mis padres.

Por fin, encontré la mirada que tanto buscaba, y no estoy ni un poco temerosa de eso, no ahora, porque antes sí que lo estaba.

No quería que mis planes cambiarán, pero, lo hicieron, y admito que eso me hace feliz porque no dejo de pensar en las dulces palabras de Cody. En la devoción de su mirada, y como mi corazón latió con tanta fuerza en cada granito de adoración que ilustro para mí.

—Algo cambió. —escucho la voz masculina de Nick Devon revoloteando detrás de mí. —Ayer no tenías esa mirada, y ahora estoy asustado por ello. —agrega, mientras, sus ojos verdes parpadean hacia mí.

Nick echa su cabeza hacia atrás sacudiendo su cabello pelinegro, y muerde su labio inferior que ahora lleva un pedazo de metal adherido.

—¿De qué estás hablando? —gruño. —Deja de ser un metiche y concéntrate en tu tarea, capullo.

Los labios de Devon me devuelven diversión y sin dudarlo, se acerca hacia mí y sus manos se colocan sobre mis mejillas mientras me inspecciona el rostro de un lado al otro.

—Estás brillando como si estuvieras jodidamente feliz. —pronuncia con sorpresa. —Cody Coleman, enserio, es «El hombre».

—Tienes un maldito segundo para apartar tus manos de mi cara o tendrás mi pie en tu espinilla, Nick. —siseo, y así sin más, mi mejor amigo suelta mi rostro, en tanto, chasquea su lengua.

—¿Sabes qué? —me pregunta, Nick, y ruedo mis ojos, luego, le lanzo una mirada de «No lo sé, dime». —Me iré justo ahora porque valoro mi vida, pero, bien podrías admitir que algo bueno paso entre ustedes.

Suelto una carcajada por lo bajo, y Devon frunce su ceño.

—Eres jodidamente molesto, Nick. —río, pero, me detengo y lo observo con fijeza. —Nunca escuchaste esto, pero, sí paso algo.

—No está de más que algunas veces admitas que estás feliz, Ada. —me dice, mi amigo pelinegro soltando una sonrisa. —Y estoy saltando en un pie por ti. —golpeo su hombro, y él finge un chillido de muerte.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora