Capítulo 42: Explosión II

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Cody

Esta mañana hay un sabor amargo recorriendo mi paladar. Y, un peso asfixiando mi garganta que se concentra en mi estómago. Entonces, cierro mis ojos mientras los sucesos de anoche me arañan en todas partes, y es difícil no querer tomar mi teléfono y llamar a mi mejor amigo.

Durante años me acostumbré al dolor y a la decepción, pero, nunca a la traición, y saber que todo eso lo vi en la mirada de Theo me hace querer renunciar a todo para no volver a ver eso jamás. Cristo, sabía que esto pasaría, muy dentro de mí estaba consciente que su reacción sería violenta.

Lo dejé patearme el trasero porque sé que lo merecía, y no me defendí porque tenía que dejarlo sacar su frustración. Pero, lo de anoche no fue ni un poco igual que cuando él creyó que había roto el libro de Ada y esa sensación de contraste me hace pensar en que realmente lo jodí y que no es probable que él me perdoné esta vez.

Cuando llegué a la pista de hockey el ambiente estaba fúnebre en todo el sentido de la palabra, y más que nada porque Theo nos estaba alejando malditamente, y me siento mal por hacer que eso ocurra.

Quiero comprenderlo, también, pero, me es difícil hacerlo porque cada persona reacciona de forma diferente a las cosas, y la manera que mi mejor amigo ha tomado para procesar lo ocurrido es mala. Por tanto, el entrenamiento de esta mañana fue brutal.

Él está allí con una mirada furiosa hacia mí, y me cuesta mirarlo devuelta.

La conexión que tenemos en el hielo tembló y la sincronía se rompió al igual que todo lo demás.

Los jugadores del equipo hacen la vista a un lado cuando Theo está errático en los disparos del puck hacia Bart, no obstante, sí que intervienen cuando intenta ir contra mí en el camino hacia los vestuarios. Y, joder que es un dilema bastante mierda que él no comprenda que jamás quise lastimarlo, que cometí errores y que quiero enmendarlo.

La única persona con la que parece hablar es Neal Cameron, pero, aun así, es incómodo que nadie esté bromeando, o riendo, y me pregunto si él tiene razón, y si es verdad que he roto todo lo que somos como familia.

Y, sé la respuesta, en el fondo de mi mente aparece retumbando contra mí.

Cuando las duchas se apagan, el entrenador Simmons Derry aparece en el vestido, y se acerca en silencio hacia dónde me encuentro, y con esa mirada que me da sé lo que entra en juego, así que, termino de colocarme mi camiseta, y me encamino detrás de él, al mismo tiempo, que le envía una señal a Theo, y de esa forma los tres nos escabullimos a su despacho.

—¿Qué está mal con ustedes esta vez? —pregunta, Derry cruzando sus brazos sobre su pecho, y dejándose caer sobre la silla de su escritorio. —Por qué estuvieron tan malditamente desconcentrados en el hielo esta mañana que me dieron pena ajena.

Prefiero guardarme la respuesta, pero, Theo no lo hace, sino que, suelta una carcajada amarga, y sonríe de lado con dolor.

—No se puede fingir que no hay una confianza rota, entrenador. —habla Theo. —Una vez que algo se ha roto nada vuelve a ser igual. —añade.

Simmons Derry fija su mirada en mí, y creo que puede leer mis emociones porque asiente lentamente y suelta un suspiro.

—Confianza rota. Uhm, vaya, supongo que tú también la rompiste, Floyd. —sugiere, Derry y mi mejor amigo si es que aún hay una remota posibilidad que lo siga siendo— traga salvia con fuerza. —Quiero escucharte, Coleman. Quiero saber cómo obtuviste ese moretón en la mejilla. —me pide el entrenador, y enarca una ceja hacia mí.

—Hice algo que no debí hacer. —murmuro, y de repente, siento que al aire me falla en los pulmones. —Y quisiera poder decir que lo lamento, pero, no lo hago. No del todo. —alzo mi mirada hacia Theo, y él entrecierra sus ojos hacia mí.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora