Capítulo 46: Tienes razón. No me importa nada sobre ti.

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Cody

Deslizo mi mirada sobre la puerta de mi habitación intentando que mi respiración permanezca calmada, pero, no lo hace, así que, cuando escucho nuevamente un tercer grito, me levanto a toda prisa afirmando mis pasos en dirección al siguiente nivel de la mansión.

En cuánto, me encamino por la alfombra dorada del pasillo siento a mi corazón afligido retumbando dentro de mí, y el pavor me recorre la anatomía cómo es usual. No obstante, aquello sale de mis cuestionamientos internos cuando la puerta de la habitación de mis padres se abre con fuerza, y de allí, observo a Priscila Coleman cruzada de brazos en un atuendo que nunca ha sido propio de ella. Un pijama de seda de pantalones.

Ella endereza su rostro con neutralidad, y, entonces, sus ojos marrones idénticos a los míos se ubican en Dyrus que está perturbadoramente enojado.

Priscila lleva su mano izquierda sobre su dedo anular, y de allí, retira su banda de oro que representa un enlace matrimonial, y sin más, lo lanza hacia el pecho de mi padre con furia, y, por ende, me quedo en mi lugar, y en silencio, mientras trato de procesar lo que está ocurriendo.

—Se acabó. —anuncia, mi madre con determinación. —Firma los malditos papeles de una vez porque en lo que a mí concierne tú y yo dejamos de ser compatibles hace mucho tiempo. —añade.

—¿Te atreves a intentar dejarme a mí? —pregunta, Dyrus, deslizando algunos pasos hacia mi madre. —Recuerda muy bien lo que te dije el día en que disté el «Sí». Jamás, voy a dejarte ir. Estás unida a mí de por vida, Pris. —murmura cerca del rostro de mi madre, tomando su cadera contra su mano.

Enseguida, reincorporo mis pasos, y estoy por soltar una advertencia a Dyrus, pero, mi madre se adelanta a cualquier cosa que pueda hacer cuando levanta su palma derecha y planta una bofetada a su esposo.

El sonido resuena de manera escalofriante en el ambiente, y los ojos enloquecidos de Dyrus se encienden, y mi madre golpea su pecho alejándolo de ella.

—Debí haberte dejado hace mucho tiempo. —susurra, Priscila con rabia en sus palabras. —Desde el momento en que le pusiste una mano encima a mi bebé. Fui tan culpable como tú de que Cody creciera rodeado de violencia, pero, no soportaré nada más. Te quiero fuera de mi vida, y la de mi hijo. Quizás, es tarde, aun así, mi bebé no tiene por qué seguir en una carrera que no quiere, y jugar al hockey cuando lo detesta. —añade.

—Prueba suerte con eso, Priscila, porque no pienso firmar ni una puta cosa. —delinea, Dyrus, y retrocedo para marcharse, entonces, se percata de mi presencia, y me da una sonrisa burlona.

—Entonces, nos veremos en el tribunal, Dyrus. —sopesa, mi madre, y el aire en mis pulmones se vuelve asfixiante. —No eres el único que tiene un diploma de abogado. Y, quizás, lo hayas olvidado, pero, solía ser muy buena, y no creo haber perdido el toque en ello. —agrega.

Coloco mi mano sobre el antebrazo de mi madre, y sus ojos marrones dejan de mirar a Dyrus para enfocarse en mí, y se vuelven suaves y llenos de emoción materna. Por consiguiente, me sonríe, y me atrae hacia ella para envolverme en un abrazo que correspondo, en tanto, escucho los pasos de Dyrus MacQuoid alejarse del lugar.

—Perdóname, Cody. —susurra, mamá contra mi oído, y cierro mis ojos. —Debí haber hecho más por ti cuando debía. No te protegí. No fue una buena madre. Lo siento mucho, bebé.

Sí, quizás, no hizo lo suficiente, pero, sigue siendo mi madre, a pesar de todo, y la amo porque mientras Dyrus me daba violencia, ella me daba calidez. No siempre estuvo allí para detener los golpes, pero, cuando lo hacía, me defendía con garras y dientes.

Probablemente, debíamos habernos marchado del lado de Dyrus hace bastante tiempo, pero, no puedo culparla cuando su amor por él la cegaba algunas veces.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora