Capítulo 48: Enamorarse no es un pecado.

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Cody

La luz entrando por mi ventana me lastima los ojos, así que, a regañadientes me levanto, sintiendo como mi anatomía se vuelve pesada con cada paso que ejecuto. Aun así, logro arrastrarme lo suficiente hacia la ventana, y deslizo las cortinas una hacia la otra cerrándolas y dejando que la sombra se vuelva agradable.

Entonces, me encamino devuelta a la cama, y recojo los retazos de algunos dibujos que estuve realizando en la madrugada porque no podía dormir.

Lanzo las bolas de papel al tacho más cercano, y luego, me dejo caer en el suelo tomando mi cuaderno, y desplazo una hoja nueva, y me siento igual que esta hoja. Totalmente vació, y esperando que alguien realice una línea sobre mí que me permita sentirme vivo de nuevo.

Ada me hacía vivir con intensidad. Y, la he alejado de mí porque estoy acojonado por todo lo ocurrido. Estuve perdiendo cada pieza de mí desde el momento en que Theo lanzo el primer golpe, y todo escuece dentro de mí. Nada está absolutamente bien en mi vida justo ahora. Y, no sería agradable estar alrededor de Ada cuando me siento un poco perdido.

Quiero amarla por completo como se lo merece, y no a medias cómo lo haría ahora.

Sostengo el lápiz devuelta en mi mano. Estás duelen por la tensión, y mis dedos se sienten entumecidos por el esfuerzo, en tanto, inclino mi cabeza hacia un lado notando como mi cuello truena.

Estar en una posición exacta por mucho tiempo te deja los tendones recogidos.

La cabeza me da vueltas, pero, continuó trazando bosquejos de lo que hay en mi mente, y mi mano se desliza en el papel como si tuviera mente propia, danzando en solitario, y conectando puntos por varios minutos, y mis ojos se llenan de lágrimas.

Unos minutos más tarde, me encuentro secando el rastro salino, en tanto, sonrío cuando vislumbro el dibujo terminado. Mi subconsciente se sigue aferrando a ella, aunque sabe que no debe.

Me levanto del suelo, algo aturdido por mi visión nublosa, y dejo caer el cuaderno de notas a un lado de mi cama, e intento mantenerme de pie por más tiempo, pero, últimamente me siento tan cansado que solo deseo dormir, y quedarme en cama todo el día.

Mi mente se mantiene alerta cuando escucho los golpes retumbantes de la madera de la puerta de mi habitación siendo tocada. Y, luego, se filtra la voz furiosa de Dyrus MacQuoid desde el otro lado.

—¡Mueve tu maldito trasero afuera, Harrison! ¡No pienso repetirlo! —grita con la voz exasperada, y trago saliva con fuerza, en tanto, me deslizo hacia la manija de la puerta, y la giro.

Un segundo después él está delante de mí con la mirada marrón plagada de furia, y su expresión es tensa, al igual que su cuerpo, y cuando sus hombros retroceden en su traje de tres piezas siento que mis piernas tiemblan.

—Si, señor. ¿Qué ocurre? —pregunto, y elevo mi mirada hacia él.

—¿Por qué cojones tengo una llamada del entrenador de Edmonton diciendo que has abandonado al equipo universitario? —gruñe, y su mandíbula se aprieta tantísimo que hasta parece que le duele. —¿Sabes si quiera lo que has hecho?, ¡no hay equipo profesional si te retiraste!

Sus dedos ya están envolviéndose en la palma de su mano, dispuestos a formar puños violentos que solían tocarme la piel y dejarla amoratada.

—Nunca quise convertirme en profesional. Lo sabes muy bien. —pronuncio con firmeza. —El equipo no me necesita ni un poco, y sinceramente, dejo de gustarme el hockey en el momento en que te entrometiste con esa parte de mi vida, y la hiciste mierda. —el impacto de su puño llega a mi mejilla con rapidez, pero, lo detengo antes de que haga algún daño.

«Susúrrame lo que quieras» (GC #2.5)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora