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 21 de Diciembre de 2005

Hoy estuve en casa de los Way ayudando a colocar los adornos de navidad, Gee estaba tan emocionado poniendo las esferas en el árbol. Lo admito, hace tiempo que no me ilusionaba la navidad, desde que los problemas en casa iniciaron, desde que mamá y papá pelean constantemente, sin embargo ver a Gerard tan emocionado me hizo sentir alegre. Quisiera pasar esta navidad con Gee, no quiero ir a casa de mis abuelos como todos los años, pero seguramente así será, mis padres deciden, no me dejarán quedarme.

Donna incluso me invitó a pasar la navidad con ellos, le agradecí y le mencioné que lo consultaré con mis padres, aunque dudo que me dejen, qué más quisiera que pasar estos días con Gee, él es todo lo que necesito para estar bien.

Después de colocar los adornos, Donna me invitó a que cenara con ellos, incluso dijo que si así lo deseaba, llamaría a mi madre para que me diera permiso de quedarme a dormir ahí, pues ya era algo tarde. No pude estar más que agradecido, pues realmente no tenía ganas de ir a casa, sólo quería estar ahí, con Gee.

A veces creo que Donna ya sabe lo que pasa entre Gerard y yo, pues no tuvo inconveniente con que durmiera con él. Ayudé a Gee a cambiarse y ponerse su pijama, mientras que yo sólo me quedé con una playera y ropa interior, y nos metimos a la cama. No pude evitar acercar a Gee a mí y besarlo, él se abrazó a mí, enredó sus piernas con las mías, pero esta vez me prendió tanto que no pude evitar que una erección se formara bajo mi ropa interior y Gee lo notó, pues se alejó de mí al sentir mi erección restregarse en sus muslos, sólo me miró a los ojos y yo me disculpé, pero él volvió a besarme y cuando menos me di cuenta, su mano ya estaba ahí, sobre mi ropa interior, simplemente tocando y tuve esa necesidad de tomar su mano y ayudarle con esos movimientos. Él sólo me miraba con una sonrisa, tal vez por las expresiones de mi rostro que hasta vergüenza me da imaginarlas, y entonces, como si fuera un adolescente precoz, me corrí sin más en mis pantalones y después de eso sólo abracé a Gee, lo besé, necesitaba sentirlo cerca, aunque lo admito, sentía mucha vergüenza por lo que acababa de pasar.

Quise indagar si Gee estaba igual que yo, pero no quería tocarlo de más, sólo le cuestioné con algo de vergüenza si necesitaba que lo ayudara, respondió que no y se abrazó a mí, y así nos quedamos dormidos.  

100 días contigo (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora