II. Capítulo 27: Sin objetivo

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Zarky estaba contemplando el cuerpo dormido y vendado de Isaac. Según Myriam, tardaría en recuperarse. Su frustración lo estaba pagando con el silencio. Nunca había estado cómoda desde que llegaron a esa casa. Sabía que algo así iba a pasar. Era bastante evidente que, tras mucho tiempo en el que prometes salir victorioso de algo, de dar esperanza, de creerte el héroe; luego vengas con las manos vacías esperando una compensación. Quería irse de ahí, pero las circunstancias eran las que habían sido.

E Isaac lo había pagado casi con su vida.

-Eres tonto- susurró un poco en lo alto.

Myriam entró en la habitación llamando.

-He preparado la cena- dijo con una voz amable.

Zarky la miró con cierta rudeza. No la conocía lo suficiente y la había visto deambular por casa cuidando del Luxray. Al parecer, era la madre de Ikena y su padre el Luxray. Otra víctima de la locura del suyo. Una pequeña punzada de culpa la atenazó. La Glaceon asintió en silencio. Myriam se fue, su mirada era triste a pesar de haber sonado afable. Con un suspiro, cerró los ojos y comenzó a sentir como su habilidad comenzaba a surgir desde dentro. Sus patas traseras se estiraron y comenzó a crecer. Sus zarpas se volvieron manos, pero todo estaba cubierto del clásico pelaje azul oscuro de su antebrazo a su mano. Su cabeza se amoldó un poco para colocarse de forma recta y para caminar de forma bípeda. Ahora que no había nadie de los que le importaran ver a alguien transformándose, refiriéndose a Aly y a Ikena sobre todo, podía adoptar una forma más humana. Su pelo creció negro con las puntas rojas: vestigio de su forma original.  Tomó una de las chaquetas y se la puso: le venía grande, pero tapaba lo suficiente. La Glaceon humana salió del cuarto de Ikena.

-¡Vaya! - exclamó Myriam al verla- Nunca te había visto así.

- Gracias - dijo en voz baja un poco incómoda y en la nubes- es la primera vez que te escucho hablar.

-Qué directa- suspiró la madre de Ikena- mi silencio es más por luto y mantenerme al margen de todo, eso creía...

- Lo siento, no era mi intención- contestó Zarky apresuradamente

Myriam sonrió.

- Me lo merezco, no he sido muy buena madre ni tampoco buena anfitriona- miró al Luxray que tenía la mirada perdida - fue perder a mi esposo y... todo se vino abajo; verlo cómo lo llegué a ver... y ahora... es cómo... - se sacudió la cabeza - ¡No! No voy a seguir de luto.

Se hizo un pequeño silencio. Zarky se dio cuenta de que esa mujer también lo estaba pasando mal; no la conocía pero, tal como le explicó Isaac: el dolor de ver cómo un ser querido está vivo pero muerto se le notaba en el rostro. Miró al Luxray que estaba tumbado en la alfombra del pasillo. Myriam se percató.

-Mi esposo era un cabezón y muy terco; pero siempre pensaba en lo mejor para nosotros... Cuando perdimos a Ikena removió cielo y tierra para buscarlo hasta que yo le dije que se diera por vencido... - Myriam suspiró- siempre que yo dudaba, cuando estaba con él me hacía más fuerte. Ahora su recuerdo es un Luxray que no sabe ni quién es...

-Pero, ¿por qué el silencio con respecto a tu hijo y a Aly?- preguntó Zarky abruptamente- Aly me contó que tuviste una depresión muy fuerte y tuvieron que tirar de todo...

- Nunca le dejé del todo y no hizo el todo el trabajo- el rostro de la madre mientras interrumpía a Zarky, molesta- sino quién crees que cocinaba y mantenía a raya a los niños. Que no lo vieses era diferente y mi silencio es más porque estaba a otras cosas; además de que tú no estabas la mayor parte de tiempo

Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora