Capítulo 53: Medianoche

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Aria lo había escuchado.

Dani no era un Sylveon.

Era uno de ellos.

De los que le arrebataron a su familia.

Y como su familia, había caído en la misma trampa.

Su deseo se partía en mil pedazos.

Su corazón latía cada vez más rápido.

La luz que aquel ser disfrazado de Sylveon le había mostrado se apagó.


El odio de antaño crecía y crecía.

Su mente recordaba, la presión en su cabeza era cada vez mayor.

La imagen del Sylveon y de un humano se mezclaba en su cabeza.

"Ya... Basta... ¡BASTA!"

Estaba en su cuarto después de haber escuchado al Sylveon hablar con Arce contándole que era humano.

No había escuchado nada más. Era lo suficientemente claro.

Dani era humano y estaba utilizándola para luego raptarla. Se había disfrazado de Sylveon, para acercarse a ella.

No cabía duda. No había un sitio para ella en este mundo.

Ni siquiera con el que creía que tal vez.

Escuchó los pasos gráciles e inconfundibles de Dani a lo lejos.

Huye.

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Los grandes árboles impedían ver el suelo del precipicio.

Aria se asomó. El viento le acariciaba el pelaje y la empujaba suavemente como si quisiera que no lo hiciera. Pero ella se enfrentó.

Tengo que hacerlo

Escuchó esos pasos que le habían llenado su corazón y que ahora solo quería oírlos alejarse.

Escuchó la voz de un chico asustado que gritaba su nombre de forma desgarradora que traspasó su alma

Aquel que la recordó cómo se llamaba. La que la sacó de ese pozo de oscuridad en el que estaba.

El que durante todos los meses que habían estado juntos la había hecho sonreír, hablar y sentirse querida.

Aunque todo eso era bonito. Él era humano y eso hizo que todo eso se sintiese como si hubiera sido un sueño.

Un bonito sueño con el que en los momentos en los que estaba sola, nunca hubiera imaginado que acabarían por cumplirse.

Pero todo se acabó. Su cabeza gritó:

-¡DÉJAME EN PAZ, TÚ YA NO SIGNIFICAS NADA PARA MÍ. OJALÁ TE PUDRAS. TE ODIO!

Pero su corazón le decía que eso no era así.

Y se tiró. Cerró los ojos y rompió la barrera que el viento había creado para evitar que cayese.

Sintió como sus cuatro pequeñas patas abandonaban la firme roca. Su cola tocó el borde de la piedra.

"Ojála todo hubiese sido distinto... Ojalá hubiera sido un Sylveon de verdad... Ojalá todo esto fuera una pesadilla... Ojalá..."

Una mano agarró su pata trasera. Se pegó contra la pared. Abrió los ojos.

Era una mano humana... Sus cinco dedos se sujetaban a su pata trasera. Eran largos y delgados, pero firmes y fuertes. La agarraba fuertemente.

Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora