Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre Fronteras

Capítulo 42: Lamento

Dani salió de la cabaña. Afinó su oído e intentó ubicar esa conocida voz que cantaba como los ángeles.

Siguió la voz. Se adentró en uno de los bosques hasta que llegó a uno de los muros. Estaba muy oscuro y se dio con el hocico. Se frotó con una de las patas.

Esta vez se detuvo atentamente y, evitando el eco que se formaba, logró escuchar la voz real que venía del norte.

Atravesó el bosque no sin haberse comido cuatro troncos, tropezado con dos piedras y con sus propias cintas. Eso no le sentó bien a su pata vendada.

Al salir del bosque, un brusco cambió de temperatura hizo que Dani tuviese un escalofrío.

La voz sonaba increíblemente cerca, pero aún así no lograba saber de dónde venía.

Siguió caminando. Ante él un gran cielo despejado mostraba una luna que estaba recién creciente.

Había observado durante el día que el invierno estaba ya abandonando el lugar para dar paso a la primevera.

"Supongo que ya ha sido Año Nuevo..." pensó Dani

Atravesó aquella pradera hasta llegar al barranco. La voz estaba muy próxima pero no veía a nadie. Observó como un imponente bosque se cernía bajo sus patas. A lo lejos en el horizonte, un punto de luz revelaba la presencia de los suyos, de donde el realmente procedía. Sintió un poco de nostalgia y se sintió impotente al recordar que no sabía qué era de sus amigos. Sospechó que los demás tampoco sabían donde estaba.

Se tumbó sobre una roca que sobresalía de la tierra y se tumbó observando el cielo. Un pequeño árbol crecía a los pies de la roca y le daba cobijo

De pronto, la melodía sonó más fuerte y lo sacó de su ensimismamiento.

Se centró en lo que decía esa voz, pero solo logró escuchar un fragmento de la canción. La canción transmitía soledad... tristeza y miedo. Los acordes menores entrelazando una melodía que nunca ascendía

Luego ya no entendió lo siguiente. Se levantó y entonces por fin vio de dónde provenía aquella triste melodía.

Una Eevee gris que Dani en seguida identificó como la Eevee del día anterior.

Soy un alma
Que camina sin destino
Que se alumbra a sí misma
Y que su nombre
Escondido está

Con mucho sigilo observó cómo la Eevee se sentaba y le cantaba al cielo en un canto tímido y melancólico.

El viento entonces acompañó esa melodía que se apagaba poco a poco. Un canto que se perdía en la noche como un eco solitario

La voz se apagó y la Eevee comenzó a llorar en el silencio de la noche.

Dani, que estaba escondido, se puso a pensar sobre ese canto que pedía ayuda.

La Eevee volvió a cantar

Su voz mezclada con su tristeza hizo que se le encogiera el corazón a Dani.

Una canción fracturada, fría, triste y sin esperanza. Los ojos de la Eevee dejaban deslizar en sus mejillas mientras sus voz se apagaba y solo mostraba un hilo de su voz.
Una canción que trataba de una niña que había perdido el rumbo, que no sabía quien era: ni su nombre , ni sus padres. Esa niña relataba la travesía a través de la agonía que se siente ser desplazada y no querida por los que están contigo; como por tener otra condición es un motivo de persecución...

Dani entonces sintió algo en su interior. Un pequeño hilo rosa lo envolvía. De pronta sintió un mareo. Un olor le invadió y de pronto, sintió que algo se le salía de control. Su mente se puso en blanco y simplemente sintió cómo le desprendía algo de su ser. Su Sylveon interior de pronto estaba parado ahí, en su mente.

Aria

Ese nombre resonó en todo el lugar. Como un eco familiar. De pronto, aquel Sylveon que tanto había temido en su interior miraba con tristeza hacia el exterior. Dani, que estaba en forma humana, se le acercó. El Sylveon no se inmutó.

Aria

El Sylveon entonces comenzó a desaparecer y comenzó a sentir cómo su mente se conectaba a su cuerpo y de pronto vio a la Eevee que miraba a las estrellas. Él tenía medio pie fuera. ¿Acaso había intentado moverse? De pronto, desde su inconsciente sintió algo brotar y de pronto exclamó:

-¡Aria!

La Eevee se sobresaltó y se dio la vuelta asustada. Se fijó que era el Sylveon herido y entonces se relajó.
Dani de pronto, entendió una gran parte de sus ser. Algo en su interior de pronto se iluminó. No era simple nombre. El nombre cobraba sentido cuando sabías de qué iba esa canción y por qué se relacionaba uno con otro.

Dani se acercó y la miró fijamente.

-Tu nombre- dijo Dani

La Eevee esta ruborizada

-Ya sabes que...- murmuró

-Aria

De pronto, la Eevee se quedó helada al escuchar ese nombre que hizo que se estremeciera hasta el punto que le dejó sin habla.

De repente, sintió cómo su mente mostraba un torrente de recuerdos del pasado. Lo último que vio antes de caer inconsciente fue una silueta de un Pokémon que se alejaba.

Dani se quedó estupefacto. Aria había quedado inconsciente en el suelo y no sabía si iba a recuperarse en mucho o poco tiempo.

Con un poco de miedo tomó el cuerpo de la Eevee con sus cintas y la puso en su lomo. Notó cómo le empezaba a doler la pata. Intentó tramformarse, pero vio que si lo hacía, lo de su pata iba a empeorar.

Con un gran esfuerzo regresó a lo que era su casa por el momento para resguardar a la Eevee del frío. Mientras caminaba comenzó a reflexionar y a pensar  por qué había reaccionado así... Tampoco entendía cómo es que Aria tenía la respuesta en su boca y nunca la había descubierto. Muchas otras preguntas, cada una todavía más rara que la anterior hizo que Dani sintiera curiosidad por su pasado y por la vida de esa Eevee.

Durante el viaje, por primera vez se lamentó tener las cintas porque sentía cada cosa que Aria sentía: Miedo, tristeza, nervios, alegría, ira, etcétera.

Con ese torrente de emociones, tuvo que hacer un descanso en el bosque porque no aguantaba todas esas emociones.

Llegaron a la casa cuando la luna estaba ya baja y el primer rayo de sol asomaba tras el barranco. Con sus últimas fuerzas, arropó a la Eevee y cayó abatido a su lado, dormido...

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"Aria..."