Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre Fronteras

Capítulo 12: Renacidos

Jack y Raven volvieron al día siguiente al parque. Lo único que veían era varios árboles quemados y los objetos del parque totalmente calcinados.

Comenzaron a caminar rumbo a donde raptaron a Dani y a Isaac, pero no encontraron nada...

-¿Cómo ha podido pasar?- se preguntó Jack a sí mismo - fue mi culpa por no haberlos traido conmigo y...

-¡Eh!- interrumpió Raven - no te culpes, no ha sido culpa de nadie... Esto va a sonar raro, pero creo que ellos pueden arreglárselas solos...

Miró al cielo.

"Por favor, que nos les pase nada"

-------------------------*******---------------------

La estancia estaba iluminada por una cálida luz que salía por una lámpara a lado de la mesilla. Abrió los ojos y vio que estaba tumbada en una cama que no era la suya. Miró alrededor de él: las paredes estaban pintadas de un color blanco y rojo con espirales azules. Una estantería y un escritorio estaban a un lado de la habitación, mostrando una ventana en la que se veía claramente que era ya noche cerrada.
Escuchó un crujido y se di la vuelta rápido para ver quien estaba.

Un Zangoose estaba tumbado en la alfombra de lana azul que rodeaba la cama y parte de la habitación. El Zangoose abrió los ojos. Mirándola, sonrió.

-Por fin despiertas, Aly- dijo el Zangoose

Aly sonrió.

- Me noto un poco rara... - dijo Aly

-Es normal, lo has pasado muy mal... Sobre todo en tu brazo- dijo el Zangoose

-Por eso me duele...

Aly se quedó helada en su sitio dándose cuenta de lo que acababa de hacer

-¡¿CÓMO ES QUE ESTOY HABLANDO CON UN POKEMON Y ME PAREZCA LO MÁS NORMAL... Y ENCIMA SIENDO HUMANA?!- exclamó Aly

-Bueno... Verás...

Aly se levantó de la cama.

-Exijo una explicación- dijo la chica apuntando con su pata buena-... Espera...

Aly se miró su mano, ahora una zarpa; corrió y abrió la puerta. El pasillo estaba oscuro asi que  comenzó a abrir puertas hasta encontrar un baño.

"¿Qué es lo que me está pasando?" pensó

Al fin encontró un baño, pero estaba oscuro e intentó buscar el interruptor mientras cerraba la puerta con llave.

Cuando al fin la encontró, apretó el interruptor y se encontró cara a cara con un espejo de cuerpo entero.

Lo que reflejaba no era una chica de 12 años, sino una Braixen.

Aly comenzó a inspeccionar su cuerpo. Empezó por las orejas y se fijó que desde las orejas salía una gran hilera de pelo rojo. Se palpó el hocico y se comenzó a sentir un cosquilleo cada vez que se tocaba la parte de arriba de la nariz. Sus ojos todavía guardaban el color verde de cuando era humana. Bajo hasta el tronco donde advirtió que una cola asomaba por un lado de su espalda. Se dio la vuelta ora contemplarla mejor: era mullida y suave, color crema que acababa en una punta color rojo. Se percató de que había un hueco entre el pelo de la cola y de pronto, en su pata apareció un palo con una llama en la punta del palo.

El instinto animal le decía que tenía que dejar el palo en la cola, pero su sentido común le hacía ver que si ponía el palo ardiendo, su pelaje ardería. Por una vez, hizo caso a su instinto y colocó el palo en la cola, haciendo que éste encajase a la perfección con el hueco. Se volvió a centrar en el resto de su cuerpo. Vio como en su pecho había pelaje blanco que le llegaba hasta los hombros y bajaba hacia el esternón. A partir de ahí, el pelaje crema bajaba hacia abajo hasta separarse formando una forma de una falda, la cual, por debajo, el negro comenzaba a aparecer y ahí hasta sus piernas, ahora patas que terminaban en una zarpa un poco más largas que la de sus brazos y que hacía que se estabilizara mejor en el suelo que, acompañado de su cola, hacía que tuviera un equilibrio perfecto. Por último se fijó en sus brazos, en el derecho tenía un bendaje que cubría parte de los biceps. Se miró la zarpa y advirtió que era de un tono gris claro que se extendía por su brazo hasta formar el blanco poco a poco. Eso era algo que le extrañaba pues todos los Braixen que había visto hasta la fecha tenían patas blancas.