Un gran claro. Una cascada en un extremo. Una roca en el centro de aquel lago. Un Sylveon sentado en él.
Una figura encapuchada caminaba hacia aquel lago.
El Sylveon se percató de la presencia de aquel individuo.
El hombre se paró y se quitó la capucha.
El rostros inconfundible de Dani mostraba una pequeña sonrisa. El Sylveon en seguida saltó de la roca y se precipitó hacia él alegre.
Dani se rió mientras el Sylveon parecía contento de verle y le lamía la cara
-Para, para- dijo Dani entre risas- que me da asco
El Sylveon obediente se separó y se sentó junto a él. Dani se sentó comenzó a acariciarlo.
-Me alegro de que por fin hayamos llegado a un acuerdo tú y yo- murmuró Dani- no quiero dejarte nunca más porque somos uno.
El Sylveon respondió con su nombre dando entender que estaba de acuerdo. Las cintas se enrollaron alrededor del brazo de Dani y se puso en el regazo de él.
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Dani se despertó. Había sido un sueño agradable. Miró a un lado y otro de su habitación. Se frotó el ojo con una de sus patas. A su lado, una Sylveon dormía con las cintas entrelazadas a las de Dani. Él las retiró con cuidado mientras se dirigía al cuarto contiguo. Ahí, una Eevee dormía cobijada por una manta confeccionada por hojas que su padre le había hecho.
Dani no pudo evitar sentirse alegre y nostálgico a la vez. Tener una familia era uno de sus mayores deseos, a lo mejor no siendo un Sylveon, pero era lo que era y ya lo había asumido hace 5 años. Se había enamorado de la Eevee más hermosa que evolucionó a una Sylveon cuando se dijeron lo que sentían aquella noche.
A partir de ahí, comenzaron a vivir juntos hasta que, dos años después y tras muchos sucesos, se casaron y tuvieron un hijo. Dani se rió recordando aquel momento y cómo la ceremonia fue una auténtica locura puesto que nadie salvo Dani sabían por qué lo hacía.
De ahí todo fue un no parar, lleno de momentos buenos y momentos tremendamente malos. Dani tenía muchos miedos acerca de aquel bebé que iba a nacer* y había muchos motivos para tenerlos.
Pero gracias a Dios, la Eevee nació sin problemas y la pusieron el nombre de Iris. Era una pequeña Eevee con el pelaje de color marrón. Era más pequeña de las que solían ser de su edad y su cola era mucho más mullida que la de otros Eevees. Era alegre y amable; cariñosa con sus padres y tímida con el resto de los Pokémon menos con la "tía" Fir. Desde que nació, Fir no les había dejado en paz con lo de querer ser la "tía" Fir cuando Dani le explicó sobre cómo los humanos llamaban a cada miembro de una familia.
Dani avanzó por aquella cueva que ahora llamaba hogar. Habían sucedido tantas cosas en aquellas paredes que muchos recuerdos felices inundaban su mente. Había sido difícil, pero ahora los Pokémon lo aceptaban tal y como era.
Pero sobre todo había algo que no se le olvidaba.
Isaac, Raven, Jack, Aly, Sarah, etc.
Todas aquellos amigos que había dejado atrás y que no podía evitar sentir un peso en el corazón por no poder saber nada de ellos. Hubo una vez que pensó que era el momento, tres años antes, pero descubrió para su pesar que se encontraba en una isla apartada de cualquier lugar del mundo humano. Se dio por vencido en la búsqueda de una ruta de escape, pero se prometió que algún día volvería a rescatarlos.
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Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre Fronteras
Fanfiction"¿Qué estoy haciendo aquí?¡¿Cómo es que soy un Pokémon?!" Jack, Raven, Dani e Isaac, unos jóvenes son transportados a otra dimensión, un mundo bastante conocido... donde acontecerá un hecho que cambiaría el curso de la historia...