Capítulo 43: La Canción

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En lo más profundo de un bosque se escuchaban unos sollozos. Después se hacía el silencio.

Grito. Silencio. Grito. Silencio.

Debajo de un árbol, una Vaporeon rosa daba luz a un Eevee. Un Umbreon le lamía la cara en señal de preocupación y cariño.

De pronto, se miraron y entonces vio se vieron el rostro. Ambos estaban contentos, pero la cara de la Vaporeon decía más que felicidad. Estaba agotada y se recostó y durmió. El Umbreon se puso junto a ella y se durmieron.

Los llantos de la nueva Eevee hizo que, de madrugada, los padres se despertases. La Vaporeon la tranquilizó dándole de comer.

El Umbreon se fue a coger algunas bayas.

La mañana era tranquila y la Vaporeon miraba a su hija con ternura mientras intentaba levantarse.

Era una Eevee gris, y tenía la cola más larga de lo normal. Su collar de pelaje en el cuello la cubría mucho y la dificultaba su intento de caminar

Dos pares de orejas asomaron, las dos grises.

De ahí salieron otros dos Eevees que se acercaron a la Eevee que acababa de nacer.

Husmearon un poco y miraron a la Vaporeon que les sonrió.

Uno de ellos la tocó con el hocico. La Eevee bebé se sobresaltó y se rió, era una risa muy armoniosa. Los dos Eevees cogieron confianza y comenzaron a jugar con ella. Los dos Eevees iban de un lado a otro rodando o persiguiéndose mientras la pequeña intentaba seguirles el ritmo.

Durante todo el día estuvieron jugando hasta que se hizo de noche y los dos Eevees estaban cansados y, abrazando a su nueva hermana. De pronto, uno de ellos miró a su madre. La Vaporeon soltó una risita y entonces, el Eevee comenzó a brillar. En ese momento, el Umbreon entraba y se quedó sorprendido al ver que uno de sus hijos estaba a punto de evolucionar.

Su cuerpo comenzó a alargarse mientras su cola se iba haciendo más pequeña. Aros azules comenzaron a aparecer en las patas, cola y oreja. Su pelaje se tornó negro y su hocico se alargó un poco más. Abrió los ojos y soltó un leve rugido mientras sus ojos se volvían rojos. Un aro azul le creció en la frente. Había evolucionado a Umbreon.

El padre se abalanzó sobre él mientras el nuevo Umbreon intentaba evitar las cosquillas de su padre. Los dos Eevees y la Vaporeon reían.

Después de celebrar la evolución de su hijo, por fin se fueron a dormir.

La Vaporeon se quedó sola con su hija que se acurrucaba entre sus patas.

Entonces comenzó a cantar una canción. La Eevee se quedó escuchando esa canción.

De pronto, la pequeña comenzó a tararear la canción mientras el sueño se cernía sobre de ella. La madre se quedó sorprendida en su oído le susurró su nombre:

-Aria...

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Dani le dijo a Arce que no iba a poder salir y se excusó diciendo que había pasado mala noche.

Arce, no muy convencido, accedió a que se quedase descansando en su casa. Cuando se hubo asegurado de que nadie más se acercaba a su casa, se fue a la habitación donde había dejado a Aria desmayada.

Se acercó a su cama y se quedó preocupado porque no despertaba.

Fue a prepararse algo para desayunar.

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Aria tenía tan solo 3 años y medio cuando vio a un hombre acercarse hacia su padre y con un arma que lanzaba Ferroseed pequeños, disparó al Umbreon sin miramientos.

La Vaporeon usó Hidropulso y comenzó a huir junto con sus hijos.

El hombre sacó un Weavile y un Pangoro que fueron tras ellos.

Corrieron por todo el bosque sin parar. El sol brillaba bien en lo alto y el calor era insoportable.

Tras una hora de persecución, llegaron a unas montañas. El Umbreon hijo y su madre se miraron y asintieron. Cogieron a los Eevees que estaban exhaustos con sus bocas comenzaron la subida.

Se escondieron en una pequeña abertura entre las rocas y esperaron a que los dos Pokemon pasasen.

Esperaron un poco más.

Y cuando por fin dejaron de sentir peligro, salieron de su escondite, uno a uno, pero ahi estaba el cazador, apuntando con un arma al Umbreon. El Pangoro atrapó a la madre y el Weavile a uno de los Eevees. Aria se volvió a esconder.

-Estos Pokémon nos van a hacer ricos- dijo el hombre mientras disparaba tres redes a los tres Pokemon.

Su madre se giró a ver a Aria y se encontraron cara a cara. Solo escuchó una última frase antes de ver a su familia morir:

-Sobrevive, no tengas miedo, sigue adelante...

Toda su visión se tornó roja y se empezó a echar poco a poco hacia atrás hasta que resbaló y se cayó en lo más profundo de aquella cueva...

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Dani estaba desayunando tranquilamente cuando escuchó un ruido de algo que caía. Dejó las bayas a medio comer y se fue a la habitación de Aria. Al entrar, vio que estaba en el suelo y que había despertado, pero temblaba. Dani se puso junto a ella e intentó calmarla. Tuvo que ignorar todos los sentimientos que le transmitía el contacto con Aria, pero ignoró con todas sus fuerzas toda ese torrente de emociones y se centró en consolar a Aria.

-Ya, ya - murmuró Dani mientras le pasaba una pata por la cabeza.

Poco a poco Aria dejaba de temblar conforme avanzaba el tiempo.

Cuando Dani sintió que todo estaba más o menos estable, la sonrió diciendo:

-Buenos días, Aria...

Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora