Capítulo 33: Carta del mar

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Un Delibird descendió en picado hacia donde estaba Ikena pintando la fachada de su casa. El Sol estaba en lo alto del cielo, y una brisa suave anunciaba el próximo final del invierno.

Era un día agradable e Ikena vio al Delibird que se acercaba a él con el rostro sonrojado. Metió su ala en la bolsa y extrajo una carta con un sobre blanco, un poco arrugado y con la letra "A" escrita.

Sonriendo, cogió la carta, le dio gracias al Delibird. El pájaro le puso el ala en el hocico y acto seguido, volvió a meterla en el saco y le tendió una caja que le resultaba familiar.

El Delibird hizo una pequeña reverencia y se alejó volando.

Ikena entró a su casa y subió a su cuarto. Sus padres se habían ido a trabajar y se había quedado solo. Su cuarto era bastante amplio. La cama individual estaba en la esquina izquierda de la habitación. Y dos ventanas, una encima de su cama y otra al lado, mostraban el paisaje del Monte Corona y Pueblo Aromaflor.
Ikena entró y dejó el paquete y la carta en el escritorio que estaba cerca de la puerta y al lado de la cama. Su armario, estaba a mano derecha. Como era un Zangoose, no se ponía ropa por lo que su armario estaba ahora mismo ordenado. Echó un vistazo a su cuarto antes de irse corriendo al baño.

Al cabo de treinta segundos, volvió a su cuarto, estaba esperando con ansias poder leer la carta que suponía que Aly le había mandado. Con ilusión, abrió repentinamente la puerta, asustando a quién estaba dentro.

-¡Dewwoott!- gritó un Dewott con un paño en la frente

-¡Ah!- gimió Ikena asustándose-¿Qué haces aquí?- preguntó

-¡Pues aquí limpiando el desastre que creas!- le regañó el Dewott

Era el Dewott de su madre y había ayudado a su madre muchas veces a criarle cuando era pequeño. Esa Dewott le conocía como la palma de su pata . Cuando se transformó en un Zangoose, Ikena comenzó a entender al Dewott y descubrió que le conocía más que su madre. Lo pillaba antes que su madre a él y lo reprendía más severamente. Pero cuando no lo regañaba, era como su madre, amable y cariñosa.

-¿Por qué no has evolucionado en todo este tiempo? - le preguntó Ikena un día que estaban sentados bebiendo agua en el porche de la casa.

-Porque sino no podría ayudarla. Ella te tuvo mientras aún seguía combatiendo. Y aún combatía durante tus tres primeros años. Aunque nos llevaba con ella a todas partes, yo le dije que me encargaría de ti. Tu padre, como sabes, combatía también con tu madre. Eran un dúo bastante temido en Ciudad Corazón.- reía con los ojos fijos al cielo- aunque yo era su Pokémon más fuerte, me encargué de ti, sobretodo por si te escapabas y le dejé a mi compañera que me sustituyese.

-¿Te refieres a esa Mawile?

Dewott asintió mirándole y luego al cielo.

-Esa Mawile era una impaciente- contestó sonriendo- desde que tu madre la encontró en un viaje a Hoenn cuando Mawy era muy pequeña, no dejó de suplicar que la enseñase a luchar como yo.

-¿Qué pasó al final con ella?- preguntó Ikena con interés- recuerdo que cuando era pequeño, mamá me contó que me cogió mucho asco porque la agarré muy fuerte de la mandíbula esa gigante y la hice mucho daño

Dewott rió

-Sí es cierto, era muy quisquillosa con su mandíbula y muy impaciente. Pero cuando se relajaba era como una niña y siempre quería hacerse más fuerte.

Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora