II. Capítulo 53: Juicio

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Deimos gozaba con el poder de Arceus. Lo saboreaba en cada miembro. Una estructura dorada comenzaba a rodear la mitad del lomo, iluminándose con un destello cegador. A su alrededor, los vítores y rugidos se hacían presentes en sus oídos, haciendo que sonriera.

Sintió como su cuerpo se asentaba. Cada pata, cada pelo, cada hueso... Se sentía vivo, exultante, con poder. Miró a su alrededor. Intentó hablar pero un rugido estremecedor como un trueno retumbó en la sala. Haciendo que todos cayeran de rodillas.

Miró a su alrededor, su visión era una mezcla de figuras reales con auras de diferentes colores. Rojo, Azul, Morado y... ¿verde?

La Primarina que estaba mirándola con una pasión cegada aplaudía con sus aletas con una mirada completamente perdida en la suya. Deimos sonrió para sus adentros.

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"Traidora"

Un coro de voces resonaba con ecos repitiendo la misma palabra.

"Egoísta"

Una muchacha de unos 12 años con el pelo rubio cubriendo su cara estaba sentada hecha un ovillo en medio de un espacio negro. Una luz la enfocaba a ella directamente.

"Irresponsable"

No dejaba de pensar en todas aquellas muertes que había presenciado. Unas voces infantiles la acusaban entre un llanto continuo. Las reconoció. Eran las voces de todos aquellos que rescataron en todos los años. Los había abandonado. Su propósito quebraba. Los había dejado desprotegidos. Riolu, Pachirisu...

"Desagradecida"

La voz de su madre resonaba en aquel círculo ominoso y oscuro que la aprisionaba. Varias lágrimas brotaron de sus ojos y caían al suelo directamente. Su respiración se agitaba.

"Desgraciada"

Su cuerpo comenzó a cambiar. Ahora era una chica de 18 años. Su pelo rubio estaba desgarbado y largo. Sus ojos de color castaño estaban húmedos por las lágrimas que no dejaban de salir mientras los ecos de las voces resonaban por toda la sala.

"Asesina"

Sintió una punzada de dolor en su cuerpo mientras observaba como una protuberancia se prolongaba sobre el final de su cadera. Un pelaje color crema la cubría el cuerpo. Sus manos comenzaron a deformarse y los dígitos de sus dedos se redujeron en cuatro mientras un pelaje de color blanco envolvía sus brazos y sus manos se tornaban zarpas. Su cola creció mientras se recubría con un pelaje denso color crema terminando con la punta de color crema.

Se puso de rodillas mientras sus piernas se retraían y su talón se ensanchaba. Sus pies se tornaron patas vulpinas mientras un pelaje de color negro subía por sus nuevas patas hasta unirse al pelaje color crema de su cuerpo, creando una especie de falda.

Su cabeza comenzó a crujir internamente mientras sus orejas se colocaban en la parte superior de su cabeza y un pelaje rojo nacía enroscándose en forma de llamas. Su nariz empezó a oscurecerse mientras se unía con su boca formando un hocico. El pelaje crema la cubría la parte superior de su cabeza mientras un pelaje blanco cubría la parte inferior de su mandíbula nueva. Sus dientes se afilaron y se llevó sus patas a sus ojos para limpiar las lágrimas. Se vio a si misma como la Braixen que era.  Todo lo que había dejado atrás, abandonar su estabilidad. ¿Por qué?

-¿Qué hago?- preguntó al aire. Nadie respondía y las voces no dejaban de insultar. Se respondía por sí solo.

-Has traicionado a tus seres queridos - una voz grave y firme resonó acallando todas las voces - tu egoísmo ha provocado la muerte de muchos.

Pokémon, ¡Soy un Pokemon! Entre FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora