DANI
La comida fue rara. Olivia no dejaba de lanzar miradas desdeñosas a Rafa cuando le veía tomarse otra cerveza. Víctor y Jose congeniaron a las mil maravillas, y eran los que estaban animando el ambiente, que parecía casi de tanatorio. Mi prometido era un tipo simpático que solía caer siempre bien, incluso la estirada de Olivia parecía reírse con cada una de sus bromas e interesarse por la conversación que quisiera sacar a la palestra.
Yo traté de hacer participar a Rafa, pero me fue del todo imposible. Había desconectado, observándonos desde algún punto ajeno a la burbuja que había tejido a nuestro alrededor, pensativo, distante, tan lejano que parecía que alguien había colocado un holograma en su lugar.
Me levanté a por más bebida. Cuando le tendí otro botellín a Rafa, porque el suyo estaba vacío, Olivia lo miró con desaprobación.
—¿No pensarás tomarte otra?
Él se limitó a mirarla desafiante, agarrar la que le ofrecía y apurar el contenido del tirón.
—Y las que hagan falta. Hoy es mi día, ¿no? —Se puso en pie, fue hacia la nevera y cogió otra cerveza. Andrea, Víctor y Jose estaban tan enfrascados en una maratón de chistes que no se enteraron de lo ocurrido, pero yo no podía sentirme más violenta. ¿Qué le pasaba a esa mujer con la cerveza? ¿Sería algún tipo de trauma infantil? Joder, ni que fuéramos unos borrachos. Estábamos a gusto, llevábamos horas allí, ya estaba atardeciendo y era lógico que tomáramos algo.
Ella bufó y trató de ignorar el desaire sumándose a la ronda de chistes. Me quedé perpleja cuando contó alguno con gracia. Rafa no regresó a la mesa, se retiró al mismo punto del jardín donde lo había encontrado cuando salí de la casa: frente a la piscina, pero a miles de kilómetros de distancia de nosotros.
No sabía cómo actuar. ¿Lo acompañaba? ¿No? Su mujer lo miró de refilón y dio un giro a la conversación, que ahora iba en torno al futuro económico del país. Ella, Víctor y Andrea parecían sentirse muy cómodos mientras Jose y yo los mirábamos tratando de comprender lo que cada uno aportaba. No me apetecía involucrarme en una charla sobre economía. ¡Joder, era el cumple de Rafa y todos parecían ignorarlo!
Finalmente, decidí ir con él. Me limité a quedarme allí, de pie, a su lado mirando el mismo punto por el que parecía sentir fijación. Solo trataba de transmitirle que no estaba solo, que podía contar conmigo. No estoy segura de si lo captó o no, porque no me miró en ningún momento; siguió con la vista perdida hasta que Andrea nos llamó para soplar las velas del pastel.
Me dedicó una mirada de gratitud antes de regresar conmigo a la mesa. No nos hacía falta hablar para compartir momentos y eso era algo muy grande que siempre pasaba entre nosotros.
—Recuerda que has de pedir un deseo —le recordó Víctor cuando mi compañera depositó un delicioso pastel de frutas frente a él.
Yo, que me sentaba delante, me arranqué con un sonoro Cumpleaños feliz que todos corearon y, al finalizar, sus ojos traspasaron los míos con una intensidad abrumadora y sopló.
Vació el aire de los pulmones por completo, como si la vida le fuera en ello, hasta apagar las treinta y tres velas que refulgían en la tarta. Víctor le dio un golpe en el hombro con admiración.
—No sé cuál era el deseo, pero si no se cumple no será por la intención que le has puesto.
Rafa empujó las comisuras de sus labios hacia arriba sin soltar su mirada de la mía.
—Solo he pedido lo que más quiero en este mundo.
La piel se me erizó, pues aquellas pupilas oscuras se negaban a abandonarme y yo me veía incapaz de hacerlo.
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¡Sí, quiero! Pero contigo no
RomanceAntes que te decidas a embarcarte en este libro tengo que confesarte una cosa: ¡Esta historia es real! 😱😱😱 Sí sí, como lo oyes, esto pasó de verdad, una novia 👰♀️ pasó su luna de miel 🏝 sola. ¿Te lo puedes creer?🙊 Esa es la misma cara que yo...