Capítulo 55

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DANI

Estaba temblando como una hoja, debatiéndome en cómo decir lo que pensaba sin que pareciera lo que no era.

Rafa había conducido hasta Barcelona. Fuimos a la zona de Gracia, donde había un montón de bares con encanto entre sus estrechas calles. Rafa aparcó frente uno de ellos para tomar una cerveza. Estaba tan nerviosa que ni me fijé en el nombre del lugar o la decoración, cuando normalmente me habría detenido en esos detalles.

Pero la realidad era que hoy todo sobraba, lo único que me importaba verdaderamente era acertar con la manera de decir las cosas y tratar de que Rafa entendiera mi postura.

Ocupamos una mesita para dos. No había demasiada gente para ser viernes por la tarde, así que estábamos lo suficientemente cómodos para poder hablar con total libertad.

—Tú dirás —sugirió sin tapujos una vez estuvimos acomodados.

Jugueteé con los frutos secos que habían dejado como hacían habitualmente en los bares catalanes. De esos salados que hacen que te entre más sed y termines pidiendo una segunda ronda. Esta gente es lista como ardillas.

Traté de serenarme y empezar con tiento.

—No sé si debemos seguir con esto. —Fue lo primero que solté levantando el rostro para fijarme en su expresión marmórea.

Él soltó el aire muy despacito. No parecía muy sorprendido, aunque sí comedido.

—No voy a decir que no lo esperaba, porque mentiría. Cuando una mujer te dice que quiere hablar contigo, normalmente, es para soltarte el rollo de que prefiere dejarlo y seguir como amigos; que, intuyo, será tu planteamiento. Pero solo dime una cosa, ¿es por algo que he dicho, que he hecho o solo te has cansado de mí?

—¡No! —Mi voz sonó como un graznido. Ya la estaba jodiendo desde el principio—. No es nada de eso. Bueno, en parte quizás sí —respondí con cierta congoja.

—Suéltalo, Dani. Antes que amantes somos amigos y no quiero que eso se pierda entre nosotros, esa es una realidad. Así que, más allá de lo que me digas, puedes contar con que no me vas a perder a ese nivel.

Moví la cabeza afirmativamente buscando el coraje suficiente para hablar claro.

—Sé que lo nuestro es solo sexo, y me encanta. Creo que nunca he sido tan compatible con alguien en la cama y que me aportas algo que a mi vida cotidiana le falta.

—Pero... —me interrumpió.

—Pero no llevo bien que te acuestes con otras —solté a bocajarro, casi en un susurro. Eso sí pareció sorprenderle—. Comprendo que te conocí así, que no soy quién para imponerte nada, que soy la recién llegada y no tengo derecho a pedirte que dejes a las demás, pero no me veo capaz de soportar que te las tires. Lo siento.

Rafa se limitaba a mirarme como si fuera objeto de estudio.

—Pero sí aceptas estar conmigo y acostarte con Víctor a la vez. No veo la diferencia —respondió sereno.

—Una cosa son nuestras parejas y otra, la ristra de ajos que llevas colgada a la polla. Cuando empezamos, te dije que nunca te pediría que abandonaras a Olivia, pues la respeto y para mí ella representa lo mismo que Víctor en esta ecuación. Ellos son intocables y asumo esa parte, pero no puedo tolerar a las demás, lo siento. —Había cruzado los dedos y movía los pulgares uno haciendo círculos con el otro—. Sé que es un problema mío, lo admito y pido disculpas porque no pensé que me afectara tanto. Pero es que cada vez que intuyo que te vas con alguna de ellas me entran los siete males, es inevitable. Te juro que me gustaría controlarlo, pero no lo hago, lo paso mal y no inicié esto contigo para estar así.

¡Sí, quiero! Pero contigo noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora