Hazel
Antes de llegar al bote me entraron náuseas.
No se me quitaba de la cabeza la imagen de Fineas con humo saliendo de sus ojos y las manos convertidas en polvo. Diana había asegurado que yo no era como él, pero estaba equivocada. Yo había hecho algo todavía peor que torturar a unas arpías. "¡Tú empezaste todo esto! —había dicho Fineas—. ¡De no haber sido por ti, Alcioneo no estaría vivo!"
Mientras el bote avanzaba a gran velocidad por el río Columbia, traté de olvidar. Ayudé a Ella a preparar su nido de viejos libros y revistas que había robado del cubo de reciclaje de la biblioteca.
Lo cierto era que no teníamos pensado llevárnosla con nosotros, pero Ella se comportaba como si el asunto estuviera decidido.
—Amigos. Friends —murmuraba—. "Diez temporadas. De 1994 a 2004." Los amigos han deshecho a Fineas y le dan a cecina a Ella. Ela irá con sus amigos.
En ese momento estaba posada cómodamente en la popa, mordisqueando trozos de cecina y recitando frases al azar de Charles Dickens y Cincuenta trucos para enseñarle a su perro.
Diana estaba arrodillada en la proa, dando indicaciones a los hipocampos que nos conducen hacia Alaska. Yo estaba sentada al lado de Frank en el banco central, tocándonos mutuamente con los hombros, cosa que me ponía nerviosa como una arpía.
Me acordaba de cómo Frank me había defendido en Portland gritando: "¡Ella es buena persona!", como si estuviera dispuesto a enfrentarse a cualquiera que lo negara.
Recordaba su aspecto en la ladera de Mendicino, solo en un claro de hierba envenenada con la lanza en mano, el fuego ardiendo a su alrededor y las cenizas de tres basiliscos a sus pies.
Hacía una semana, si alguien hubiera insinuado que Frank era hijo de Marte, me habría echado a reír. Frank era demasiado dulce y encantador. Él siempre me había despertado un sentimiento protector debido a su torpeza y su facilidad para meterse en lios.
Desde que nos habíamos marchado del campamento, lo veía de forma distinta. Frank era más valiente de lo que creía. Él era el que cuidaba de mí, y ahora también de Diana. Tenía que reconocer que era un cambio bastante agradable.
El río se ensanchó en el mar. El pax giró hacia el norte. Mientras navegábamos, Frank me animó contándome chistes tontos: "¿Por qué cruzó el minotauro la carretera?", "¿Cuántos faunos hacen falta para cambiar una bombilla?", Y me señalaba los edificios repartidos a lo largo del litoral que le recordaban lugares de Vancouver.
Mientras tanto, Diana se encontraba distante. A veces se reía de los chistes, pero evitaba completamente a Frank. Seguro es porque lo llamó por otro nombre cuando empezaron a discutir por la apuesta con Fineas. Sabía que en cualquier momento tendríamos que hablar de ello, pero por ahora era mejor permanecer en paz.
El cielo empezó a oscurecerse, y el mar se tiñó del mismo color de orín que las alas de Ella. El 21 de Junio estaba casi encima de nosotros. La fiesta de Fortuna tendría lugar por la noche, exactamente al cabo de setenta y dos horas.
Finalmente Frank sacó comida de su mochila, refrescos y magdalenas que había recogido de la mesa de Fineas, y los repartió entre nosotros.
—No te preocupes Hazel —dijo en voz baja—. Mi madre solía decir que uno no debe cargar con los problemas solo. Pero si no te apetece hablar del tema, no pasa nada.
Respiré entrecortadamente. Me daba miedo hablar, pero no por vergüenza. No quería desmayarme y revivir el pasado.
—Tenías razón cuando dijiste que he vuelto del inframundo —contesté al cabo—. En realidad, soy... soy una fugitiva. No debería estar viva.
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La Hija De Neptuno
Fanfiction¿Qué harías si despertaras en una mansión en ruinas en medio del bosque sin ningún recuerdo de tu vida? ¿Qué harías si una loba mística te dice que eres una semidiosa? Pues eso es justamente lo que me pasó a mí. Pero esperen, ese es apenas el inici...