Agradecimientos y curiosidades

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Autora

Gracias a todos los lectores que me dieron su apoyo y acompañaron en esta historia con sus votos y comentarios. Inicié esta historia pensando que nadie la iba a leer, pero no saben lo feliz que me puse al ver que a lo largo de los capítulos empezaron a aparecer lectores. 

Inicié esta historia pensando en ¿Cómo sería si Percy hubiera tenido un hermano o hermana romano? 

Al principio pensé en escribir la historia tal como salía en los libros, con Percy, pero que al llegar al campamento Romano se haya encontrado con su media hermana, Diana. 

Al igual que en la versión final, ella iba a tener catorce años pero era un poco más amargada de como la escribí. En esa versión ella era amiga de Jason y lo quería como a un hermano, debido a que apenas tenía cinco años cuando llegó al campamento romano, y fue el hijo de Júpiter quien la apadrino y se hizo cargo de ella en la Quinta Cohorte. Aquí ella le tenía miedo a los lobos debido a que cuando estaba con Lupa, la diosa estuvo a punto de comérsela junto con su manada debido a que ella no tenía las habilidades ni la fuerza que se requerían para ser una romana, pero logro seguir con vida ya que había logrado asesinar a uno de sus lobos. Después de eso quedó con cicatrices en todo su cuerpo y como recordatorio tenía un collar con un colmillo de lobo que había logrado asesinar. 

Esta Diana era más desconfiada, seria y muy disciplinada. Ósea todo lo contrario a Percy, por lo que veríamos esa interacción y discordia que tienen los romanos y griegos representada entre ellos dos. Ella también tenía la misma maldición que la Diana actual, por lo que veríamos sus celos y envidia por las habilidades que tiene Percy. 

Después la historia fue evolucionando en mi cabeza y llegó a ser lo que es hoy. Con una Diana un tanto infantil, pero conservando el lado agresivo de la Diana Beta. También había decidido quitar a Percy de la ecuación ya que le habría quitado protagonismo a mi personaje principal, al menos en el primer libro.

Sé que quedaron varias preguntas sin responder al final de La Hija de Neptuno, pero todo se aclarará cuando publique La Marca de Atenea, algo que quizá tarde un poco ya que pronto iniciaré mis clases en la universidad, pero no pienso abandonar esta historia. 

Por último: ¿Por qué creen que Diana representa un peligro para los siete de la profecía? ¿Cuál creen que es el plan que tiene Gea para ella? ¿Por qué creen que Neptuno no dejó a Diana en el Campamento Júpiter? ¿Qué diosa piensan que maldijo a Diana y por qué? ¿Creen que ella sería capaz de traicionar a su hermano y al resto de los siete? 

Sé que no siempre escriben en comentarios, pero en serio me gustaría escuchar sus teorías. 

Y para finalizar, un pequeño fragmento de los primeros capítulos de la Marca de Atenea:

Percy

La última vez que vi a Diana, fue cuando se despidió de mí y de mamá en la tarde que se iba al Campamento Mestizo. Usaba un bonito vestido blanco y floreado que le llegaba hasta las rodillas, que fue un regalo de parte de nuestro padrastro por su cumpleaños. Su cabello le llegaba hasta la mitad de la espalda y lo único que usaba para mantenerlo controlado era una Diadema roja que nunca se quitaba.

Ahora estaba irreconocible. Su cabello está corto hasta las orejas y ya no trae puesta su preciada diadema roja, además, usaba ropa holgada que la hace parecer un chico.

Estaba ante la versión masculina de mi hermana.

La rodeé con mis brazos, y suspiré tranquilo cuando no la traspasé como un fantasma, del mismo modo que pasaba cuando soñaba con ella. Nos apretujamos en un abrazo. Podía sentir sus lágrimas mojar mi polera. Creo que yo también lloré un poco.

No me importaba como se viera, solo me alegraba sentirla en mis brazos y saber que está a salvo.

Después la elevé hasta que sus pies dejaron de tocar el suelo, y luego la cargué como un saco en mi hombro. Ella soltó un grito por la sorpresa cuando empecé a girar en mi sitio, tal como hacía cada vez que me rayaba mis cuadernos o me molestaba tomándome fotos vergonzosas.

—¡Ya bájame! —gritó, pero no me detuve—¡Qué me bajes, Percy!

Necesitaba vengarme porque me mintió con respecto a ir al campamento, y por desaparecer ocho meses haciendo que mamá y yo casi muriéramos de preocupación.

—No —dije—. Está es mi venganza por dejarnos.

—¡Qué infantil eres! ¡Annabeth, ayúdame! —chilló, pero Annaberh solo se reía.

Ella se retorció en mi hombro causando que afloje mi agarre y ambos al final cayéramos al suelo entre risas. Ella se subió a mi espalda, me sujetó del cuello y me jaló hacia atrás haciéndome una llave.

Seguía siendo la misma niña feliz que me golpeaba cada vez que la hacía enojar.

La Hija De NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora