The Loneliest |Valu|

Dictadora

Pov Valentina

—Entonces en cada habitación habrá un lavadero ahí podrán lavar sus manos, en cada cama y para cada paciente habrá un alcohol en gel, los trajes EPI ya están listos para ustedes. Persona que tenga contacto con pacientes debe de tener su traje, no los quiero ver sin su traje porque voy a explotar y los voy a trasladar, hagan lo que les pido —había olvidado como era Luiza— Tampoco quiero que se amontonen, no se van a morir por no estar todos juntos —ella es muy especial en cuanto a su organización— Y a los residentes les he habilitado nuevas salas, solo puede haber cuatro personas en una habitación pueden repartirse y ver como hacer, tampoco pueden quedarse fuera del horario, a excepción de que tengan guardia.

Ella seguía hablando y movía las manos, era demasiado segura de sí misma al hablar, me sorprendía que no titubeaba yo ya estaría temblando frente a tantas personas.

Hoy vino toda de blanco era increíble ver como todo lo que ella se ponía lucía en ella.

-Entonces entendieron todas las medidas generales? —cuestionó y giré a mirar a los demás, asintieron la cabeza a duras penas.

—Tú crees que estaremos jodidos con esto del virus? —Ally habló a mis espaldas

—Creo que vamos a jodernos bien grande —respondí.

—Espero no dure tanto tiempo, ese traje es horrible —se quejó y reí.

Era horrible, incómodo y todo lo que traía de sinónimo las primeras dos palabras.

La recorrida lo haríamos frente a la habitación del paciente a excepción de que el paciente tenga algo que el jefe de sala tenga que inspecionar.

Luiza pasó frente a mi y no pude evitar desviar mi mirada su trasero, era algo que no podía controlar.

Ally me dio un empujón y me sacó de las nubes.

—Disimula al menos —me reprochó.

—Ay no empieces Allyson —me quejé, por su culpa perdí de vista el trasero de esa preciosa mujer.

—Adivina algo

—Mmm, de qué?

—De la Dra. Luiza, ni modo, de quien hablamos?

—No estábamos hablando de nadie Ally —reí— Y menos de ella pero dime qué paso?

—Escuché hablar a las jefas de sala hace unos días después de la tremenda vergueada que les dio la Dra. Luiza porque no venían o se ausentaban demasiado y una de ellas dijo 'Luiza cree que todas somos como ella, es que su hijo no la necesita en casa por eso siempre está en el hospital' —quedé impactada con lo que escuché, de cual hijo hablaban?

—Dices que tiene un hijo? —cuestioné y Ally asintió.

—Y ahora ya resuelves tu dudas de saber quién es Leo, ahora te sigue gustando? No te gustan mucho los niños, imagina que te haga caso y tú tengas que conocer a su hijo? —Ally hablaba demasiado y yo no podía procesar todo.

Eso cambiaba muchas cosas y no hablo en el mal sentido de la palabra, porque sí, no soy fanática de los niños pero no en general si no a los niños mal educados a quienes sus padres los encubren o simplemente ignoran cada cagada que hacen, a esos preferentemente, aunque soy consciente que no es culpa de ellos sino de la irresponsabilidad de sus padres.

Entonces... Luiza tiene un hijo, ha de parecerse en algo a ella? Por qué no está con él padre de su hijo?

Tengo muchas preguntas, eso realmente cambia en algo con ella? Probablemente, ahora mismo no, su maternidad no tenía mucho que ver con nuestra relación o al menos no estaba interfieriendo.

—No creí que te afectará tanto, pero vive tu duelo —me reí, no me afectaba solo me dejaba pensando, son cosas diferentes.

—Ally, un día voy a cerrar tú boca porque siempre me dices cosas estúpidas —le respondí mientras organizaba los biblioratos.

—Estúpidas pero ciertas —me jodio.

—Es que tú no haces la recorrida o cómo es tu jefe? —cuestioné.

—Mierda, te juro que el chisme me hizo olvidar que estaba en el trabajo, además de estar pos-guardia —empezó a buscar sus biblioratos y a organizarlo.

-

—Permiso —pedí y entré a la oficina de Luiza, no la vi desde la mañana.

—Puedes pasar —habló, es que nadie iba a decir que eran la misma persona.

—Qué haces? —miré las miles de hojas que estaba escribiendo.

—Los planeamientos, estuve leyendo muchos libros sobre epidemias y he tratado de cambiar algunas cosas para implementar lo que leí, a ver si de alguna manera funciona, la semana que viene empezarán los trabajos en cuadrilla —habló y me sorprendí— En lo que va del día ya son treinta y siete positivos, en cinco días eso va aumentar mucho.

—Y en la urgencia que tal estamos? —cuestioné curiosa.

—Tenemos quince positivos pero sólo seis son graves, tres en intermedio y los otros seis leves, aún conservamos la calma —dijo recogiendo todos los papeles.

Los apilo en una esquina y se sentó.

—Hasta el momento estamos bien entonces.

—Ya es la una de la tarde? —cuestionó viendo el reloj de la computadora y asentí.

—A ver —tomé su mano, no tenía miedo de que alguien entre, siempre tocan, la única que entra sin tocar es Duda pero no creo que llegue ahora— Que te parece sí pedimos algo y comemos juntas.

—Cuál es la comida? —cuestionó guiando su mano hasta mi muslo y me sobresalte.

Tomé su mano y de nuevo la puse entre las mías.

—Hablo de comida real Luiza, no te vi en el desayuno y sigues sin almorzar —me quejé.

—Y por qué estás analizando todo lo que hago? —cuestionó.

Me levanté y me puse atrás de ella, la rodee con mis brazos y me acerque a su oído.

—Porque desde que te probé tengo la suma urgencia de buscarte con la mirada en cada rincón de este hospital y cada vez que estoy en mi cama no puedo parar de recordar lo que pasó ahí —besé su mejilla.

Tiró de mi brazo y quedé sentada sobre ella, acarició mi mi mano.

—Eres... -trato de decir— No sé, cómo explicarlo? Me gustas demasiado —sonreí, me agrada la idea de saber que ella también se gusta de mí.

—Tú también me gustas Luiza —me encantaba su nombre y también ella— pero voy a cortar este momento lindo para que ambas nos alimentos ahora.

—Eres aburrida —se quejó y me reí.

—Y tú una dictadora, me vas a matar de hambre, no quieres almorzar y tampoco vas a mi casa para que pueda comerte —su cara de sorpresa era increíble, ella no esperaba que yo dijera eso.