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Parte 2.

Amaro.

Siendo sincero ceros ganas tenia de prestar mi casa y sobre todo que vinieran estos hueones, pero con tal del que el Matías se dejará de huear un momento. Aparte vería a la Sofi y con eso quedaba más que feliz.

Ahora me encontraba en la casa esperando a los chiquillos.

—Oye espero que no dejen la caga en la casa, como en tu cumpleaños Amaro —escuché decir a mi mamá mientras buscaba las llaves del auto. —Porque ahora si no te dejare prestar más la casa.

Rodee los ojos antes de hablar.

—Si mamá, la cuidare —mencione. —Aparte vienen los chiquillos no más.

—Los mismos que la otra vez —me miró obvia. —El Matías es el que siempre da jugo.

No pude evitar soltar una risa, pero su cara de enojada hizo que la desapareciera.

—No me da risa —puso sus manos en la cintura. —¡Florencia apúrate mujer!

—Ya voy —grito mi hermana desde su pieza.

Algunos fin de semanas mi mamá y mi hermana se iban a quedar donde mi abuela para hacerle compañía, bueno en realidad yo también, solo que no voy siempre.

—Ya estoy lista —dijo mi hermana mientras bajaba las escaleras.

Una vez que estuvo abajo mi mamá tomó sus cosas para salir de la casa.

—Chao hijo, avísame cualquier cosa y pórtate bien —se despidió de mi.

—Si mamá, chao cuídense —dije mientras me paraba para despedirme de las dos.

—Chao feo —mencionó mi hermana.

—¿Te has visto tu cara?

—Yaya córtenla los dos —nos reto mi mamá. —Florencia anda al auto.

Mi hermana le hizo caso y salió, pero enojada, no pude evitar reírme.

—Enserio Amaro, cualquier cosa me llamas y trata de que no rompan nada.

—Si mamá, anda tranquila.

—Ya chao hijo —dijo mientras me dejaba un beso en la mejilla, estaba por salir de la casa hasta que se detuvo. —Ah y oye, un día de estos quiero conocer a la tal Sofía.

Apenas escuché su nombre sentí que me había puesto rojo.

—Ya mamá, anda oh —dije algo avergonzado.

No dijo nada más, solo soltó una risa y luego cerró la puerta. Volví a tirarme al sillón y cerré los ojos por unos segundos, hasta que siento que mi celular empieza a sonar.

—¿Alo? —conteste con una voz de sueño.

—Hueon te estamos llamando hace rato —escuché la voz del Bastian a través del celu.

—¿Donde hueon? El celu no me había sonado —conteste.

—Afuera de tu casa ahueonao, estamos hace rato acá.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora