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Había pasado un mes. Un mes completo desde que conoció a Tom y al resto de los chicos. Todo había ido a mejor, a sorpresa de Sophia.

Poco después de la primera noche que pasó en casa de Bill y Tom, descubrió que eran hermanos. Gemelos incluso. Le hizo pensar, siendo tan diferentes pero iguales. Le fascinó. Se había hecho muy cercana a Gustav, puesto que a pesar de que la debilidad de la rubia era la guitarra, la batería le llamaba un poco más la atención, lo cual llevó a Tom a tener alguna que otra escena de celos, aunque lo negará.

Estaba feliz, eso era una verdad. Sentía que lo que pasó, había sido hace mucho más tiempo del que en realidad fue. Un mes fue como seis. Se sentía bien.

Cada vez tenía menos pesadillas y cada vez dormía más junto a Tom. Descubrió que le ayudaba a sentirse más protegida y a este no le importó ayudar. Del incidente en su casa aquella mañana ninguno de los dos dijo nada, como si fuese un secreto. Lo que no lo era, era que Tom cada vez hacia más evidente que Sophia era de su agrado, y mucho.

Ella era mucho más discreta, manteniendo solo las miradas y las sonrisas cómplices, nada más. Cada día tenía más claro que Tom no solo le atraía, pero aún así intentaba autoconvencerse de lo contrario.

- Mamá, me voy -grita la rubia, a lo cual su madre le responde con un simple "vale"

Cierra la puerta tras ella y se dirige a paso acelerado al sitio donde había quedado con los chicos. Hoy, iba tarde. Por primera vez. Se sentía fatal, no era propio de ella y no le gustaba.

Mientras tanto, los chicos hicieron una apuesta; Tom y Gustav apostaron que llegaría a tiempo, en cambio Bill y Georg apostaron lo contrario.

Ganaron Bill y Georg, puesto que Sophia llegó casi media hora tarde.

- ¡Perdón! -gritaba esta a escasos metros de ellos, quienes reían a carcajada limpia, menos Tom, quien tenía mal perder- Me entretuve en la ducha.

- Gracias a eso hemos ganado 10 euros -anuncia Bill con una sonrisa amplia. Tom gruñe y le da el billete a su hermano- Ya tengo para comprar tabaco.

-Sophia mira a Tom con una pequeña sonrisa inocente- Yo te invito, no te piques.

- Eso Tom, ¡No te piques! -se burla Georg, comenzando a andar hasta el parque al que solían ir a diario desde el primer día.

- Confiaba en ti -reía Tom ahora al lado de Sophia.

- Pues hoy no debiste hacerlo -se encoge de hombros esta, quitándole importancia. Ambos rieron y llegaron al parque, empezando a sacar los instrumentos.

Sophia no podía parar de pensar en lo feliz que era, aunque eso podría cambiar bastante rápido.

- ¡Tom! -grita una voz aguda, casi al otro lado de la calle. Este busca con la mirada a la persona, igual que el resto.

- Ugh, no puede ser -susurra Bill, quien se lleva dos dedos a la boca, simulando vomitar. Sophia frunce el ceño y se acerca a Bill.

- ¿Quién es? -susurra.

- Una rata, habrá salido de la alcantarilla -Georg ríe con el comentario de Bill- Es una chica que está obsesionada con Tom, no sé de dónde ha salido pero que dé media vuelta y se vaya.

- Oh -susurra Sophia.

¿Le había molestado? Posiblemente. ¿Podría ser porque está acostumbrada a que Tom esté solo con ella? Posiblemente. Aunque, no están juntos, son amigos, no tendría por qué molestarle.

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora