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Un aspecto favorecedor del estado de California, era que podía llover unos cuantos días al año, dejando al resto con un sol que abrasaba, pero sin ser exagerado. Era el tiempo perfecto, a lo que, por supuesto, no estaban acostumbrado los europeos.

Los hermanos se encontraban a la vera de la piscina, disfrutando de Pumba, que rodeaba la piscina constantemente, como decidiendo si se metía o no.

- Pumba, no -amenaza Bill, tomando una calada de su cigarro.

- Déjalo -interviene Tom- No le vendría mal que se refrescase, hace mucha calor.

- Me asusta -contestó este, colocándose las gafas de sol y soltando el humo- ¿Y si se ahoga?

- Te recuerdo que estamos aquí -carcajea el otro, imitando a su hermano y tomando una calada de su cigarro- No le va a pasar nada.

En lo que mantenían aquella conversación, Sophia estaba a punto de bajar las escaleras para encontrarse con ellos, ya que no había decidido que pieza ponerse. "No big deal", pensaba, pero al mismo tiempo, ninguno le parecía ideal. Empezó a sentirse frustrada, por lo que agarró uno blanco, simple, pero bonito. Dejó su pelo caer por su espalda y caminó hacia la piscina una vez había salido de la habitación.

El sonido de unos pasos llama la atención de los hermanos, quienes se giran casi al mismo tiempo y clavan sus ojos en la figura de la rubia.

Bill la desvió casi al instante, centrándose en Pumba de nuevo, que ya estaba en la piscina. Por otro lado, Tom, paseaba su mirada por el cuerpo de esta, con tranquilidad, como queriendo memorizar cada centímetro de este. A pesar de todo el tiempo que llevaba conociéndola y tras haberla visto sin nada de ropa cubriéndola, seguía sintiéndose paralizado antes la impotente figura de esta.

Sophia, quien ya se había percatado, disfrutaba de la pequeña caminata hasta llegar a su lado, luciendo una sonrisa triunfadora. Este pasa su brazo por los hombros de la rubia y sonríe, afortunado.

- No me canso de verte en bikini -comenta en voz baja- Eres tan.. -iba a continuar, pero Bill le interrumpió.

- Baboso -finaliza Bill, rodando los ojos, haciendo que Sophia carcajee.

- Me gusta que lo sea -admite Sophia, acomodándose con los pies dentro de la piscina.

- Tal para cual, lo dije -sonríe Bill- Georg y Gustav estarán al llegar, les dije que parasen a por unas cuantas cervezas.

- No ha cambiado nada -dijo Sophia, feliz- Una piscina, cervezas y tabaco. ¿Algo mejor?

Antes de que pudieran responder, el sonido del teléfono de Bill les interrumpe, indicándoles que los recién mencionados estaban allí. Este descuelga, dejándoles saber que abriría las puertas en un momento, dejando a la pareja solos en aquel bordillo.

- Yo tampoco me canso de verte en bañador -comenta esta en su oído, mordiendo ligeramente el lóbulo, lanzando corrientes eléctricas por todo el cuerpo de Tom- Aunque estás mejor sin él.

- Podría estarlo ahora mismo si quisieras -respondía este, de manera sensual, acercándose a sus labios- Solo tienes que pedirlo.

- Puede.. -susurra Sophia, acercando su mano al miembro del de rastas, dando suaves caricias.

Tom no pudo evitarlo, tuvo que rendirse al tacto y dejar que su cuerpo reaccionase a los estímulos que Sophia le estaba dando. En aquel momento, Bill, Gustav y Georg salen al gran jardín, haciendo que Sophia apartase la mano y se levantase para recibir a los chicos, dejando a Tom con un problema entre las piernas.

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora