Habían pasado dos días y Tom no sabía nada de Sophia, al igual que los demás.
- Fue ese estúpido beso -gruñe Tom.
- No te culpo, tío -comenta Georg- Pero creo que deberías ir a su casa y hablar con ella.
- Georg tiene razón -concuerda Gustav, que jugaba con las baquetas de la batería.
- Sí -asiente Bill- Principalmente porque también es nuestra amiga y no quiero veros así a ninguno.
Tom mira a su hermano y le sonríe, este lo hace también de vuelta. Bill siempre se ha preocupado por Tom y viceversa, esta situación también le hacía sentir mal a él, por como estaba haciendo sentir al de rastas, por primera vez. El primer amor suele ser el más complejo, y con la situación de Sophia, mucho más.
- ¿Debería llamarla primero o voy para allá directamente? -pregunta Tom, con el teléfono en la mano a punto de marcar su número.
- Realmente no sé -suspira Bill- Te diría que la llamaras primero para que no sintiera la presión de tener que hablar sí o sí sin estar preparada, pero es mejor que lo habléis lo antes posible, así que ve ahora mismo.
La seguridad en las palabras de Bill convencieron a Tom, quien cogió su chaqueta y tras despedirse de los demás, abre la puerta y sale, con el corazón yendo desbocado.
- Espero que salga bien -susurra Georg- Tom no tiene mucha experiencia con sentimientos.
- ¿Quién lo iba a decir? -ríe Gustav- Tom preocupándose por lo que siente una chica.
- Prefiero eso al tráfico constante de chicas por casa, estoy harto de cruzármelas en el baño cuando acaban -comenta Bill con fastidio, a lo que los demás responden con una risa contagiosa.
Sophia estaba echada en la cama, aún con la cabeza hecha un lío. Habían pasado dos días y Tom no le había escrito ni llamado. Posiblemente se arrepintió del beso y está marcando distancia entre ellos.
Se sentía tan estúpida, no debería haber dejado que aquello pasase. Debería haberse ido a su casa la noche del incidente y no haberlo conocido.
Comienza a llorar desconsolada, agradecida de que su madre no estuviera en casa para oírla y hacerle preguntas. Tapa su cara con sus manos y se coloca en posición fetal, abrazando su cuerpo sin consuelo.
De un momento a otro, llaman a la puerta. Destapa su cara y se limpia la cara de lágrimas.
¿Su madre se había dejado las llaves? No sería la primera vez que pasa.
Abre la puerta y a quien se encuentra era a quien menos se esperaba.
Tom.
De golpe recuerda que había estado llorando segundos antes. Se da media vuelta y tapa su cara de nuevo con sus manos.
Verla llorar fue como un golpe seco en el pecho para Tom, quien rápidamente entra en la casa y cierra la puerta, yendo hacia ella y abrazándola con sus brazos.
Estuvieron unos segundos en esa posición en lo que Sophia finalmente rompió a llorar sin poder evitarlo.
- Lo siento -susurra Tom, aún abrazándola.
- Yo lo siento -susurra esta de vuelta- Eso no tuvo que pasar.
"Eso" El beso.
Aunque eso dolió un poco, prefirió ignorarlo puesto que no era lo importante.
- Vamos a hablar -susurra él, llevándola a su habitación y sentándose a su lado en la cama, ella aún cubriendo su cara con las manos.
- No me has escrito ni llamado -solloza esta, destapando su cara.
Sus ojos rojos y aguados eran como dagas en el alma para Tom. Odiaba verla así.
- Estos dos días he estado pensando que no querrías volver a verme -confiesa Tom- han sido una mierda.
- Sí -concuerda Sophia, quien ya le miraba.
- Pero no me arrepiento de nada -añade este.
La confesión sorprende a la rubia, quien había elevado las cejas ligeramente.
- Hay algo contigo que no logro entender -continúa diciendo- No puedo evitarlo, no es lo mismo con nadie más -la voz de este sonaba tan sincera, tan real- Trataba de echarlo a un lado por ti, por no saber qué es y por qué me siento así, pero no pude evitarlo más, necesitaba besarte y sentir la suavidad de tus labios -decía ahora mirando los labios de esta.
Ella no sabía que decir, aunque Tom estaba diciendo todo lo que ella pensaba.
- Igual no fue lo mejor -susurra él- Pero no me arrepiento.
- Yo tampoco -suelta casi instantáneamente la rubia, sorprendiendo a Tom- Solo que tengo miedo de vivir de nuevo lo que vivir con él.
Su voz sonaba entrecortada, como comenzando a llorar de nuevo.
- Nunca podría -responde Tom con seguridad- No soy capaz de hacerte sufrir, Sophia.
Esta, sin decir nada, se levanta de la cama y alcanza la cajetilla de cigarrillos, sacando dos y dandole uno a él junto a un mechero. Ambos encienden los cigarros y se acomodan para fumar en silencio. Ninguno decía nada, solo pensaban con la mirada perdida en los rincones de la habitación.
El olor del cigarro inundaba la habitación, al igual que todos los sentimientos que habían sido destapados y ahora volaban por el aire.
- Siempre me invitas -comenta Tom rompiendo el silencio, refiriéndose a que ella siempre es quien le da cigarros a Tom, quien casi nunca tiene.
- Siempre te invitaré -responde esta de vuelta, quien había apagado el cigarro en el cenicero de la ventana.
Ambos se vuelven a sentar juntos, mirándose a los ojos y bajando la vista a sus labios de vez en cuando.
- ¿Nos estamos equivocando? -pregunta Tom, inseguro de hacerla sentir mal, viendo que se estaban acercando cada vez más.
- Ya me da igual -susurra Sophia, cerrando los ojos poco a poco hasta tener ambas frentes unidas.
Se había rendido a Tom, a sus palabras, a sus sentimientos.
"She's a sucker for love"
Había dejado de luchar. Había derrumbado ese muro que había construido a su alrededor, dejando pasar el inminente sentimiento que Tom le daba.
Se unen en un beso, de nuevo.
Esta vez era menos tímido, menos nuevo, como si sus labios se hubieran acostumbrado a unirse en múltiples besos, como si se conocieran de toda la vida.
Las manos de Sophia viajaban desde las mejillas de Tom hasta su cuello, su pecho, sus hombros, incluso su abdomen.
Tom era quien tenía sus manos más estáticas, con miedo de hacer un movimiento en falso y asustarla, o que pensara que quería algo más.
Se separan y sus respiraciones son agitadas, pero sonríen y continúan las caricias por todas partes, con cuidado.
Siempre con cuidado.
- Quiero más -susurra Tom.
Más besos, más de ella, de lo que solo ella le podía dar.
Se vuelven a unir, y a estas alturas, Sophia no sentía miedo y tenía la certeza de que Tom no es Gunter y jamás lo será. Ya lo sabía, y quería que su cuerpo tuviera el recuerdo de Tom recorriéndolo, no el de Gunter.
Quería entregarse a Tom. Completa y definitivamente.
Hola! I'm such a pussy JAJAJA me encantan las escenas emocionales! disfrutad 💋
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FATE || Tom Kaulitz
RomanceLo que une el destino es tan fuerte que, tomes el camino que tomes y vivas lo que vivas, siempre te encontrarás con él de nuevo.