Las dos chicas que acompañaban a Georg y Gustav cuando los hermanos y la rubia llegaron reían animadamente y gesticulando de manera exagerada, como queriendo llamar la atención.
Ciertamente, algo se removió dentro de ella. No quiso decir nada, porque no tenía justificación para sentir lo que sentía, que intuía que eran celos.
¿Y si a alguna le gustaba Tom? ¿Y si intentaban algo con él?
Su mirada se posa en este, quien tenía su mirada perdida en los altos árboles del parque.
Sonrió débilmente. Era en momentos como este en los que se daba cuenta de cuanto sentía por Tom.
- ¡Bill! -estalla en risas una de ellas.
Aquella era la prima de Georg, que había venido a la ciudad a pasar unos días. Era alta, figura delgada y pelo marrón, a juego con su primo, además de bonita, no lo iba a negar.
Pudo notar que esta tenia su ojo en el pelinegro, que llevaba un rato hablando con ella y riéndose a la par.
La otra chica sí que despertó más curiosidad en ella, ya que la había pillado mirando a Tom de reojo alguna que otra vez.
Era todo lo contrario a la prima de Georg, su pelo era rubio, como el de Sophia, un poco más bajita y una complexión más ancha, con unas facciones muy dulces.
Eran dos chicas muy guapas, y eso era lo que le hacía sentir eso en el estómago a Sophia.
Ya estaban en la ubicación perfecta, donde pasaba poca gente y podían hablar de cualquier cosa. Se sientan en círculo sobre una manta que había traído Gustav, para evitar que se ensuciaran la ropa.
La chica, que pronto descubrió que se llamaba Angela, se sentó al lado de Tom, quien estaba también al lado de Sophia, como era de esperar. No paraba de intentar hablar con él, aunque fuera de lo más estúpido y sin sentido del mundo. Tom reía de vez en cuando, asintiendo.
Alguna que otra vez se giraba para mirar a Sophia, quien con la luz tenue de las farolas cercanas, estaba preciosa. Eso era lo único en lo que podía pensar el de rastas. Angela no era Sophia, nadie podía serlo.
La tarde pasó a cámara rápida, sobre todo cuando la cantidad de las cervezas se duplicaba y perdieron conciencia de donde estaban y lo que hacían.
- ¡Gustav, para! -gritaba Georg, quien no podía parar de reír y sus mejillas habían adoptado un color rosado.
Gustav estaba en el centro del pequeño círculo que habían formado, bailando descontroladamente mientras sonaba cualquier canción alemana.
Bill y la prima de Georg, que se llamaba Dorothea, no habían parado de hablar desde que se vieron, lo cual hizo sonreír ligeramente a la rubia.
Sophia había perdido cierto control. Reía sin control y todo a su alrededor parecía moverse. Cuando quiso darse cuenta, Tom no estaba.
Se levantó y dejó el círculo para ir a buscarlo. Anduvo un poco por la zona, hasta que creyó verlo, pero no estaba solo.
- ¡Tom! -gritaba esta, quien ahogó un grito cuando distinguió al de rastas entre los árboles. Estaba con Angela.
Sus labios estaban unidos. Lo presenció durante una fracción de segundo, pero fue suficiente para apartar la mirada y no pensárselo dos veces. Salió del parque por la salida más cercana a ella y corrió, con dificultad.
Le faltaba la respiración y su vista se nublaba. Estaba llorando.
Por otro lado, Tom se aparta rápido de la chica y le da un ligero empujón.
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FATE || Tom Kaulitz
RomanceLo que une el destino es tan fuerte que, tomes el camino que tomes y vivas lo que vivas, siempre te encontrarás con él de nuevo.