La noche se ciñó sobre la ciudad de Berlin, pero nunca la había sentido tan solitaria como esta. El frío calaba sus huesos mientras abrazaba su cuerpo y sollozaba. Las lágrimas caían y se unían a los pequeños charcos formados en el suelo a causa de la lluvia. Hacía tiempo que no llovía en la capital, y la ropa que llevaba no se acercaba a la adecuada.
Nada estaba yendo bien. Nada.
Solo se escuchaba su llanto y el tenue sonido de sus zapatos chocar contra el agua de los charcos. Realmente no le importaba. Nada le importaba.
Eran cerca de las 4 de la mañana, pero no se dirigía a casa. No sabía a dónde iba ni cuál era su destino. Volver a casa aún no era una opción a pesar de las horas, el tiempo y la vestimenta.
Se detuvo en seco. Dejó de abrazarse y echó la cabeza hacia atrás junto a un suspiro profundo. Tomó aire y en cuestión de un segundo, cogió fuerzas y lanzó el grito más desgarrador y con más sentimiento que jamás había oído. Duró apenas unos segundos, hasta que sintió la falta de aire y presión en la cabeza.
Jadeaba mientras comenzaba a llorar otra vez. Esta vez no era tristeza, sino rabia. Rabia porque su vida como la conocía hasta hacía unas horas, ya no existía. No para ella. Ya no.
Sintió su bolsillo trasero vibrar. Un mensaje.
"Lo siento. Lo siento mucho. Perdóname. Te quiero, meine liebe"
Sus labios se vuelven una línea extremadamente fina mientras que su barbilla tiembla. Bloquea el teléfono y acto seguido, tras unos segundos y el corazón yendo a mil por hora, lo estrella contra el suelo. A simple vista ve que la pantalla está rota.
- Púdrete. -gruñe mientras renueva su camino, de nuevo abrazando su cuerpo con sus brazos.
Ha dejado de llorar, no puede más, pero le duele tanto.
Confiar en alguien es un arma de doble filo. Puede salir bien. Tener a quien contarle cualquier cosa y sentirte bien, comprendido, escuchado. O por el contrario, puede hacer que la traición solo duela tanto que puedes sentir tu alma desgarrarse.
Eso podía sentir.
Tras tanto caminar, llega a una plaza cerca de su apartamento, donde decide sentarse y sacar un cigarrillo de la cajetilla que había comprado esa tarde.
Él quería que dejase de fumar, e iba a hacerlo. Todo por él. Aunque, en vista de lo que había pasado, ¿Por qué dejarlo ahora?
La pequeña llama del mechero le hizo sentir una oleada de calor en las manos. Sonrió amargamente y encendió el cigarro, inhalando el humo y dejándolo reposar en su garganta por unos segundos hasta expulsarlo.
Pensó en su madre, en lo que tendría que hacer a la mañana siguiente. La explicación sobre todo lo que había pasado. Suspira pesadamente y niega levemente en señal de fastidio.
Sumergida en sus pensamientos y el cigarro a la mitad, no muy lejos de consumirse, no se da cuenta de la presencia de alguien más justo a su lado.
- ¿Tienes un cigarro extra? -una voz rompe el silencio, sacándola del trance.
Se asusta, poniendo su mano sobre su pecho y ríe levemente.
La única risa genuina desde lo que había pasado.
- Perdona, te he asustado -carcajea de vuelta, enseñando una sonrisa ladeada.
- Un poco, sí -eleva sus cejas, una vez de pie frente al recién llegado, fijándose instantáneamente en el piercing en la esquina de la boca.
- Soy Tom -este mantiene su sonrisa- Me he quedado sin tabaco y creo que a estas horas no hay donde comprar, ¿no? -bromea, a lo que ella se encoge de hombros y lanza una pequeña sonrisa.
- Yo soy Sophia -Tom asiente- Poco hay que hacer a estas horas, supongo.
- ¿Y qué haces aquí entonces? -pregunta curioso, con cierto humor en su tono.
- Realmente, no lo sé -ríe.
No mintió. Ni siquiera ella sabía qué hacía ahí.
- ¿Fiesta? Yo vengo de un local de unas cuantas calles hacia allá -señala su izquierda- Pero ha cerrado -hace una mueca triste- y yo aún no quiero volver a casa.
- Así que decides acercarte a la única persona en la calle, pudiendo ser peligroso, solo por un cigarro -eleva una ceja, mirándolo con incredulidad y cierto humor.
- No me irás a robar, ¿no?, justo tengo para comprar tabaco -Sophia echa a reír. Niega con los ojos cerrados y suspira- Menos mal, son mis ahorros.
- Toma, anda -le acerca un cigarro y este lo coge, encendiéndolo rápidamente- Ojalá venir de una fiesta -comenta con amargura.
- Mala noche, huh -Sophie asiente- No sé lo que ha pasado exactamente pero sólo sé que eres demasiado bonita para pasarlo tan mal.
El corazón de Sophie da un vuelco. Sólo él le hacía esos cumplidos. Sólo él podía sacar una reacción.
- Pues aquí estoy -se encoge de hombros, mirando hacia el suelo- Ahora que tienes el cigarro, ¿te vas?
Tom se echa a reír mientras niega.
- Mis amigos se habrán ido a casa. Mi hermano es el único que sabe que estoy aquí pero no piensa esperarme, así que seguramente también se haya ido a casa -comenta con una sonrisa, ahora dentándose en el suelo- Me quedaré aquí, si no te molesta.
-Sophia niega, sentándose a su lado- No me molesta. No esperaba tener compañía y mucho menos de un extraño, pero no está mal -Tom se pone una mano en el pecho mientras ríe.
- Auch, supongo -ambos ríen- Además, es peligroso, ¿y si te pasa algo por estar aquí sola?
- Me puedo defender sola, ¿sabes? -comenta Sophie con humor, a lo que Tom la mira sorprendida- Así que solo te estoy dejando estar aquí por caridad.
- ¡Qué dulce eres! -bromea este, a lo que ambos ríen de nuevo.
- Demasiado -sonríe ella, aunque es amargo.
Esa noche había sido la peor de su vida, aunque de momento tampoco tiene pinta de que va a acabar tan mal, ¿no?
HIIIIII corazones 😭
he estado súper ausente porque la universidad me consume mucho tiempo! aún así espero que os guste el primer capítulo. aquí en españa son las 3 de la mañana y tengo clase mañana! actualizare 💋💋
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FATE || Tom Kaulitz
RomanceLo que une el destino es tan fuerte que, tomes el camino que tomes y vivas lo que vivas, siempre te encontrarás con él de nuevo.