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Tom había intentado hablar con la rubia durante los 4 días que habían pasado desde esa noche. Todo fue en vano. No cogía sus llamadas, ni respondía sus mensajes. Tampoco los de Gustav, Georg o Bill. Ninguno sabía nada de ella.

Incluso había intentado hablar con su madre, en un movimiento desesperado por hablar con ella, pero esta solo le respondía que estaba en cama y que no tenía intención de salir.

Bill empezó a preocuparse por su hermano. Este había empezado a no dormir y comer lo justo, siempre pensando en cómo podría arreglarlo.

El pelinegro, quien había empezado a coger confianza con la prima de Georg, Dorothea, pasaba las tardes en la casa de los hermanos, junto a Bill.

- Estoy preocupado -habla Bill- No había visto a Tom así jamás.

- Todo se arreglará -le esperanzaba Dorothea- Lo siento mucho, no sabía que Angela.. -Bill la interrumpe, mientras sonríe.

- No pasa nada -suspira- Me preocupa más Sophia.

Dorothea ya estaba familiarizada con el nombre de Sophia y con el contexto de la situación de la chica.

- Normal -susurra esta, acariciando el hombro de Bill- Dales tiempo.

El tiempo no jugaba a favor de ninguno de los dos. Tom estaba a punto de meterse por un agujero del que sería difícil salir y por otro lado, Sophia vivía sin energía, completamente aislada del mundo.

Empezaron a pasar más días. Georg y Gustav iban a casa de los hermanos, para solo ver a Bill, ya que Dorothea ya había vuelto a su ciudad. Tom no salía de su habitación y la preocupación de sus amigos solo iba en aumento.

Ya habían pasado dos semanas.

Sophia sentía por Tom, le echaba de menos, tanto. Echaba de menos su toque, sus besos, su olor.

Su olor, su esencia.

Abrazó a su pecho una camiseta que Tom le había dejado esos días que estuvo en su casa, aún olía a él.

Le dolía su traición, pero no podía negarse a sí misma que le echaba de menos, que quería que volviese.

Había pensado en salir a buscarlo en muchas ocasiones, pero la razón le podía al corazón.

Da vueltas en su cama, pensando una y otra vez en aquel día que cada vez parece más lejano. La imagen de Tom con alguien que no era ella, unos labios tocando los que no eran los suyos. Todo.

Su estómago permanecía revuelto desde ese día, sin tener casi apetito.

Por otro lado, Bill, Gustav y Georg estaban cansados de ver a Tom en ese estado, el cual había empezado a salir, pero de fiesta en fiesta. Bebiendo hasta altas horas y volviendo completamente perdido y desorientado. Hubo una vez en la que Bill tuvo que ir en su busca porque estaba tirado en la calle, balbuceando cosas sin sentido y llorando el nombre de Sophia.

La situación tenía que cambiar o iría a peor, nunca a mejor.

- Tom -habla Bill nada más entrar en la habitación del de rastas, donde olía a rayos- ¡Qué olor!

- ¿Qué quieres? -espeta este de malas formas.

Con el cariño de Sophia, también se había ido su cariño por Bill. Era más bruto, más arisco y no era capaz de oírlo reírse, es como si eso ya no fuese concebible.

- Levántate, vamos a por Sophia -Tom eleva las cejas ante las palabras de Bill- Ahora.

- No me quiere ver, Bill -gruñe este, con una mueca de tristeza- No sé qué hacer.

No se había rendido, pero tampoco encontraba alternativas a todo lo que fallaba.

- Tengo una idea -anuncia Bill, acercándose a él.

Bill comienza a relatar su idea, estando Gustav y Georg presentes, dispuestos a ayudar a que todo saliese bien. Sonaba un poco a locura, pero sería lo último que podrían intentar dentro de sus posibilidades. Tom acepta a regañadientes, creyendo que no funcionaría pero dispuesto a hacer lo que fuese por ella.

El resto de la tarde fue bastante estresante, principalmente porque suponía exponerse a mucha gente, pero no les importaba.

Estaban yendo de camino a casa de Sophia, con la guitarra a cuestas y un micrófono portátil de los que Bill tenía para jugar al karaoke.

- Estoy nervioso -habla Tom, mirando a Bill.

Sus ojeras indicaban que había dormido extremadamente poco, pero esperaba que esto le devolviese el sueño.

- Saldrá bien -afirma Bill.

Realmente no podía estar seguro, pero era optimista y confiaba en que debajo de todo ese dolor, Sophia fuese capaz de perdonarle, o al menos escucharle.

Llegaron a casa de la rubia, empezando a colocar todo frente a su edificio. Los corazones de todos iban desbocados y los sentimientos a flor de piel.

Tom estaba preparando la guitarra y Bill tratando de preparar la voz. Iban a cantar. "The last straw"

Pasaron los minutos, Tom esperaba a que Bill estuviese preparado y pudieran empezar. Su mirada no se apartaba de aquella ventana, esperando que pronto por ella se dejara ver su cabello rubio.

- Cuando quieras -anuncia Bill.

Tom se aclara la garganta, cerrando los ojos y asintiendo.

Monsoon. La canción que tanto amaba Sophia, la única que la había escuchado.

Empiezan a cantar, a tocar. La gente no tarda en rodearles, completamente sorprendidos de ver aquel espectáculo en mitad de la calle. El sonido no tardó en llenar la habitación de la rubia, quien reconoció esa guitarra y esa voz en cuestión de un segundo.

Sus ojos se aguaron a la par que abrieron ampliamente. Aquellos eran Bill y Tom cantando Monsoon acapella. Rápidamente se levanta de la cama y corre hasta la ventana que daba a la calle, sintiendo como su corazón daba un vuelco.

Ahí estaba. Tenía su mirada clavada en ella. Sus ojos por fin se habían encontrado con los de ella.

Bill les miraba sonriendo, sabiendo que todo iba como había imaginado.

Poco después, cuando habían dejado de tocar, la gente les aplaudía y les daba la enhorabuena, pero el sonido de una puerta abrirse llamó la atención de ambos.

Una figura con pelo rubio sale por aquella puerta, quedándose estática frente a los hermanos, quien estaban de la misma manera.

Tardaron unos segundos en reaccionar y procesar, pero finalmente Tom corre hacia ella y la envuelve en un fuerte abrazo que dio la impresión de ser el mayor calmante jamás creado.

Sophia estaba siguiendo lo que le dictaba el alma, no podía negarlo más, necesitaba a Tom. Y él a ella.

Se separan y sus ojos se vuelven a conectar, esta vez sus miradas eran diferentes, había amor, mucho amor.

- Lo siento -susurra Tom, notando como sus lágrimas comienzan a salir sin permiso alguno.

- Lo sé -se limita a decir la rubia, acompañándolo en el llanto.

Se abrazan de nuevo y al fondo se puede distinguir a Bill, llorando también, quien estaba siendo reconfortado por Gustav y Georg. Qué iba a hacer, no pudo evitarlo.

¿Significaba eso que todo estaba bien de nuevo?















Hola! qué tal?
Espero que estéis genial como yo y os este gustando! me gusta el drama a la par que la paz y tranquilidad así que es un poco conflictivo a la hora de decidir qué quiero escribir, pero sale bien no? 💋

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora