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Sophia soplaba las velas de su ahora 21 cumpleaños, junto a su madre. Esta la miraba con lágrimas en los ojos, sintiéndose orgullosa de su hija y de lo rápido que había crecido.

- Mamá, no llores -susurraba la rubia, intentando que esta contuviese sus lágrimas- Se supone que hay que estar felices, ¿no?

- Y lo estoy, hija -sonríe tiernamente- Pero, has crecido tanto -sollozaba- En tan poco tiempo.

- Solo tengo 21 -carcajea Sophia, lanzándose a abrazar a su madre- Y no voy a ninguna parte.

- Es cuestión de tiempo, mi amor -dice su madre, sintiendo el calor de esta a su lado- Estoy tan orgullosa.

- Realmente no he hecho nada relevante -dice está elevando una ceja- Solo estoy en la universidad.

- No lo decía por eso -susurra su madre de vuelta, mirándola con pena.

Ya sabía a lo que se refería.

Hacía 4 años que Tom Kaulitz y la banda Tokio Hotel despegaron desde Berlín y salieron de su vida, como si jamás hubieran estado. Jamás había tenido el corazón tan roto como entonces. Dejar a Tom marchar fue la decisión más dura que había tomado nunca, incluso a sus 18 años. Siempre tuvo claro que aquel chico de rastas fue su primer y verdadero amor.

Los meses posteriores fueron los más críticos. Apenas comía, apenas salía y descuidó muchísimo los estudios, poniendo en peligro lo que a día de hoy estaba siendo su futuro. No quiso mantener contacto con ninguno de los miembros para hacerlo más fácil, aunque realmente era de lo más difícil, porque echaba de menos la que fue su vida. Poco después, Bill, que no dejó de insistir en llamar y poder hablar con la rubia, retomó el contacto y tras cuatro años, seguían hablando.

Pero Tom, no lo sabía.

Para este, Sophia se había quedado atrás. Sufrió y repercutió en la banda durante un tiempo, hasta que tuvo que aprender a dejarlo a un lado por el bien de la imagen de Tokio Hotel. Se sentía solo, ya que Sophia era una de las personas más preciadas en su vida, por no decir la que más, junto a su hermano Bill.

Al cabo de un año, empezó a ser identificado junto a miles de chicas diferentes, lo cual, para su hermano, era solo una manera de intentar olvidar a quien fue Sophia para él. En muchas entrevistas, una de las preguntas más frecuentes era; "¿Qué buscan los chicos de Tokio Hotel en el amor?" A lo que Tom siempre respondía que aquello no era para él, y que nunca lo sería.

Sus palabras no solo herían a la banda, quien seguía acordándose de la rubia de vez en cuando, sino a Sophia también, puesto que Tokio Hotel era una de las bandas más reconocidas a nivel mundial y estaba en boca de todo el mundo, incluido el nombre de Tom Kaulitz, por lo que, veía las entrevistas y oía las hirientes palabras del de rastas.

Bill intentaba siempre animarla, diciendo que era una fachada y que no le había olvidado, pero Sophia se negaba a querer contacto o saber de Tom.

Ella quería olvidar a la persona que más ha querido nunca.

En esos cuatro años, muchos chicos han intentado acercarse a Sophia ahora que, el guitarrista de Tokio Hotel, ya estaba fuera de la imagen, pero nunca cedió. Ninguno era él, ninguno le iba a reemplazar.

No quería el amor. No quería querer. No más.

Justo en ese instante, su teléfono vibra y echa un vistazo a la pantalla, para leer el nombre de Bill. Le estaba llamando.

- Es Bill, lo voy a coger -avisa la rubia, a lo que su madre asiente, dándole algo de privacidad- Hola, Billy.

- ¡Feliz cumpleaños, Soph! -gritó casi al instante al otro lado del teléfono- Oh, 21, ¿cómo te sientes?

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora