Cannes, Francia.
Imaginar una boda es algo sencillo; El color de las flores, la localización, tu vestido, incluso la forma en la que andarías hacia el altar, donde estaría la persona de tu vida esperando tu llegada. Es sencillo, pero te traiciona la realidad cuando estás a tan solo veinte minutos de caminar por esa pequeña alfombra. Todo lo que habías imaginado, se transforma en algo distinto. Sigue siendo precioso, indudablemente, pero no es lo que imaginabas. Son nervios, presión, ilusión. Son sentimientos a flor de piel tras muchos preparativos, muchas complicaciones en busca de una solución y alguna que otra discusión. Al final, se convierte en una anécdota más que se cuenta durante una conversación animada, pero en el momento, se vive de una manera muy intensa.
Sophia estaba junto a su madre en una habitación, terminando con los últimos retoques de su peinado y maquillaje, antes de bajar. Tom, Gustav, Georg y Bill, estaban abajo, siendo testigos de como las sillas frente al altar, van siendo ocupadas por los invitados. El de trenzas negras sentía como su cuerpo reaccionaba a los nervios de diferentes maneras, bien con calor, o bien con pequeñas palpitaciones en la sien. A Bill esto le resultaba divertido, pero principalmente, uno de los mejores momentos de su vida. Pensó en cómo se estaban convirtiendo en adultos, como iban creando sus vidas, pero juntos. Estaba frente a la boda de su hermano, la persona que más quería en el mundo y, a decir verdad, estaba orgulloso, pues nunca pensó que Tom fuese a enamorarse, mucho menos de esa manera en la que actúas incoherentemente, ciego por amor. Solo esperaba que, él pudiera hacer lo mismo pronto.
- Tom, intenta no sudar el traje, vas a salir como si acabases de meterte en el mar -bromea Gustav, tomando una calada de su cigarro.
- Estoy nervioso, joder -suspira, dando pequeños movimientos hacia atrás y hacia delante- Va a estar increíble y va a salir bien pero.. -antes de que pudiese continuar, Bill le interrumpe.
- Pero estás nervioso, y punto -sonríe, poniendo una mano en el hombro de su hermano- Es normal, estás a punto de casarte.
l- Que sepas que hicimos una apuesta, y yo gané -exclama Georg, orgulloso- Estos dos -dijo, señalando a Gustav y Bill- Apostaron que no te casarías antes de los 25, mientras que yo aposté a favor.
- A decir verdad -carcajea Tom, cogiendo un cigarro de la cajetilla- Yo tampoco pensé que fuese a pasar pero -hace una pausa, echando el aire que había retenido- Aquí estoy. ¿Cuánto dinero has ganado?
- Cien de cada uno -sonríe este, haciendo una pequeña reverencia, mientras que los otros ruedan los ojos- Solo se necesita un poco de fé.
- Solo quedan diez minutos -informa Bill, cambiando de tema, a lo que Tom responde con silencio y una mirada perdida y llena de nervios- Está preciosa, Tom.
- ¿La has visto? -pregunta, a lo que Bill asiente- Estoy seguro de que sí, siempre lo está.
- También está nerviosa -carcajea el pelinegro- Estáis los dos perdiendo los papeles.
- ¿Tú crees? -pregunta Tom, a lo que Bill asiente.
- Estoy perdiendo los papeles -suspira fuertemente la rubia, yendo de un lado para otro, moviendo los brazos para intentar recibir algo de aire.
- Hija -la para Teresa, agarrando sus brazos y haciendo que deje de moverse- Todo se calmará cuando le veas.
- ¿Pensará que estoy guapa? -pregunta esta, con los ojos empezando a aguarse.
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FATE || Tom Kaulitz
RomanceLo que une el destino es tan fuerte que, tomes el camino que tomes y vivas lo que vivas, siempre te encontrarás con él de nuevo.