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El reloj marcaba cerca de las 3 de la tarde. El sonido de la gente en la calle cada vez era más difícil de ignorar y el sol brillaba con fuerza contra la ventana proyectándose en su piel.

Era verano, así que el calor a ciertas horas se volvía un tanto molesto. No era nada exagerado, puesto que en Alemania el calor no es algo que afecte demasiado como en otras zonas de Europa, como en España, su país natal.

Abre los ojos y toma una bocanada de aire, incorporándose casi inmediatamente. Estaba descansada y se sentía ligera, como si hubiera descargado todo el peso de anoche. En ese momento, lo recordó todo. Todo lo que había pasado la noche anterior; él, Tom..

Se sintió bien al recordar que hoy le volvería a ver, incluyendo a sus amigos. Entonces le entra cierto pánico, ¿y si no les cae bien? ¿y si ellos no le caen bien? Tenía muchas preguntas, pero decidió echarlas a un lado y levantarse de la cama.

- La bella durmiente -bromea su madre al oír la puerta de su habitación abrirse- Pensé que despertarías para la cena.

- No -ríe esta pesadamente- Además, voy a salir con un amigo.

Su madre rápidamente arquea una ceja. Decirle a tu madre que sales con un amigo no es la mejor de las ideas, porque empiezan con las preguntas.

- ¿Después de haber llegado a esas horas te vuelves a ir? -Sophia le mira, con una mueca. De repente, su madre desvía su mirada al teléfono que esta tiene en la mano- ¿Y tu teléfono?

- Sobre eso.. -suspira, sabiendo lo que viene ahora- Se rompió -no quiso decir mucho más, le caería una buena- Se me cayó del bolsillo cuando lo intenté coger y.. -la madre abre los ojos como platos, llevándose una mano a la frente.

- Sophia.. ¿piensas que podemos permitirnos ese tipo de cosas? -esta niega, apenada y arrepentida- Bueno, esas cosas pasan -suspira- come algo, tendrás que tener mucha hambre.

Sophia asiente, pasando primero por el baño para lavarse la cara y peinar un poco la melena de haber dormido. Se sienta en el sofá y su madre pone delante una deliciosa sopa, su plato favorito.

Ambas sonríen y se sientan juntas mientras ven cualquier cosa en la televisión. De nuevo piensa en Tom, en esa tarde. Muerde su labio por nerviosismo y sonríe débilmente. No sabía cuanto necesitaba ese apoyo hasta que apareció el de rastas en aquella plaza.

- Por cierto, ese amigo tuyo.. -Sophia ríe, negando- ¿Lo conozco?

- No, lo conocí ayer -la madre arquea de nuevo la ceja- se llama Tom.

Su madre estaba sorprendida, bastante más que preocupada. Sophia no había tenido una buena experiencia con su previo grupo de amigos. Fue una muy mala etapa. La dejaban de lado, hacían comentarios inoportunos y ella siguió con ellos hasta el final, hasta que no pudo más. A pesar de que le preocupaba el hecho de no conocer a ese tal Tom, confiaba en su hija.

- Me va a presentar a sus amigos -sonríe la rubia- No me viene mal.

- ¿Acabó mal la noche con..? -no la dejó terminar cuando está ya estaba asintiendo- Malnacido.

-Sophia ahoga una risa- ¡Mamá! -las dos ríen- Sí que lo es -suspira pesadamente- Agua pasada.

No lo era. Aún le dolía lo que solo horas antes había vivido. Dudaba que se fuera pronto, pero no es de las que deja que algo así se lleve lo mejor de sí misma. Tiene que pasar pagina y luchar para que no tome mucho tiempo.

Poco después ya había terminado de comer y el reloj marcaba las 5, ya era hora de prepararse y marchar hacia el lugar de quedada.

No había maquillaje como la noche anterior, le hacía sentir pesadez en la piel, aunque suene raro. Opta por ropa sencilla y cómoda, dado que hace cierto calor. Cogió las llaves, el tabaco, gafas de sol y marchó por la puerta, no sin antes prometerle a su madre que volvería a una hora razonable esta vez.

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora