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Sus padres peleaban otra vez, y cada día, era más intenso.

Llevaba faltando a clases cerca de dos semanas, no pudiendo dormir a causa del miedo que le provocaba oír cada discusión.

¿Y si su padre se volvía violento con su madre? ¿Y si una pelea acaba mal?

No había comentado nada de esto con los chicos, porque sentía que siempre había algo mal con respecto a ella y odiaba que se tuvieran que preocupar por ella constantemente.

Esa tarde decidió no salir de su habitación e intentó poner la mejor excusa para que estos no sospecharan, aunque no estaba muy segura.

Sus padres estaban peleando en el salón, gritando tan alto, que estaba segura de que sus vecinos estarían tan al tanto de todo como la misma Sophia. Ella solo quería paz, y era todo lo contrario lo que se le estaba dando.

Pensó en su infancia. Fue feliz, o eso le gustaba pensar. Eso quería pensar. La imagen de su padre manchaba los recuerdos más importantes, como cumpleaños o pequeños acontecimientos como su paso a la escuela primaria, o el haber sacado una buena nota en un examen.

Ningún niño a su edad debe vivir lo que ella vivió, eso no era lo normal.

Cansada y apretando los puños de tanta rabia y pena que tenia acumulada, decidió intervenir, aunque por dentro sabía que no era la mejor decisión.

- ¡Parad! -estalla contra sus padres, que inmediatamente paran- ¡No puedo más!

- Vuelve a tu habitación, esto no va contigo -exclama su padre, acercándose a ella.

- ¡No me toques! -gritó esta, intentando retroceder.

El olor a alcohol barato inunda sus fosas, provocando una mueca de disgusto en su cara.

- ¿Por qué no te vas con ese novio tuyo y nos dejas en paz? Apuesto a que solo te gusta que te f.. -este es cortado por Teresa, quien le da golpes en la espalda, para evitar que se acercase a su hija.

El hombre se gira, y de un momento a otro, le había dado en la cabeza, haciendo que esta cayera al suelo, sin moverse.

- ¡Mamá! -gritaba Sophia, corriendo a socorrerla, ahora con lágrimas en sus ojos.

Se agacha a su lado, buscando por todos los medios una forma de saber si respiraba, nunca había tenido que comprobarlo y los nervios no ayudaban.

Otis se quedó de pie, mirando la escena con una expresión neutra, antes de coger sus llaves y abandonar el apartamento sin decir una palabra.

Su madre respiraba, pero estaba claramente inconsciente y un poco de sangre salía de su cabeza. Aquello la hizo estar más nerviosa, mucho más. Corrió a su habitación para coger el teléfono y llamar a una ambulancia, su madre necesitaba ayuda.

Su peor miedo se estaba haciendo realidad.

Con temblor, logra marcar el número y a los pocos minutos, el sonido de la sirena le advierte de que la ayuda estaba en camino.

La madre y ella se dirigían al hospital en la ambulancia, que iba a alta velocidad para evitar una mala situación, una desafortunada.

Cuando había pasado una hora, su madre ya se encontraba en una cama de hospital con una venda rodeándole la cabeza. Todo había sido un susto.

Al caer, se había golpeado la cabeza y tenía una brecha que evidentemente, necesitó puntos. Sophia se encontraba sentada junto a ella, cogiendo su mano mientras sollozaba.

Su teléfono suena, pero no lo coge. Vuelve a sonar, así cuatro veces más hasta que desganada, descuelga.

Era Tom.

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora