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Había amanecido en casa de los hermanos Kaulitz y Sophia fue la primera en despertar. A decir verdad, había dormido bastante mal debido a todo a lo que estuvo expuesta ayer.

Se encontró con la madre de los gemelos cuando esta estaba dispuesta a irse a trabajar. Hablaron poco, pero esta fue muy comprensiva y la invitó a quedarse todo el tiempo que ella viese correcto. Todos en esa familia eran muy acogedores.

Se siente tan agradecida de haberse cruzado con Tom, aún le cuesta creer que de la nada haya encontrado a alguien que le haga tan feliz y la tenga como una prioridad.

Estaba sumergida en sus pensamientos hasta que escuchó unos pasos acercarse a ella, lo cual la asustó ligeramente.

- Es un poco temprano, ¿no? -bromea Bill, quien se frotaba los ojos mientras sonreía.

- No te esperaba despierto -susurraba esta devolviéndole la sonrisa- ¿Te ha despertado algún ruido?

- No -niega el pelinegro- Me gusta levantarme temprano para aprovechar un poco el día, no me gusta despertarme a las 3 de la tarde y empezar el día cuando ya ha pasado la mitad, como Tom.

A pesar de ser gemelos, Tom y Bill no podían ser más diferentes en algunas cosas. Bill era más organizado y tiene todo bajo control, en cambio, Tom se deja más fluir y toma muchos mas riesgos. Bill también los toma, pero piensa un poco más en las consecuencias. El pelinegro también tiene muchísima más energía que el de rastas, que vive en un estado de cansancio constante y es más disimulado. Coinciden en una cosa desde luego, y es que los dos son unos "softies"

- Yo no he podido dormir muy bien -reconoce la rubia- Pero así aprovecho el día como tú, Bill -este sonríe por el reconocimiento y coge su brazo.

- Vamos a hacer un desayuno épico y nos relajamos un rato, ¿te parece? -esta asiente entusiasmada y Bill da palmadas con energía- ¡Vamos!

El rato pasó volando mientras ambos cocinaban y hablaban de mil cosas. Hacía semanas que no se paraban a hablar los dos y la verdad, tenían bastante en común y se divertían mucho juntos. Tener a Bill era un regalo para ella.

- Ugh, odio el sirope -exclama Bill con una expresión de asco- Es súper espero y súper pegajoso -continua, aún con la expresión de asco- No entiendo como la gente puede comer eso.

- Gracias, supongo -reía Sophia mientras derramaba un poco de sirope por sus tortitas.

El desayuno habrá sido un total éxito, pero la cocina era un desastre. Un par de sartenes por allí, harina por allá y mil claras de huevo desperdiciadas dado que ambos eran bastante torpes en cuanto a cocina se refiere.

- Tom limpiará el desastre -se encoge de hombros este mientras sonríe- Odia que esté tan sucio, porque luego siempre le echan la bronca a él, así que prefiere limpiarlo.

- Qué pena -responde Sophia haciendo una mueca triste- Pobrecito.

- Eso lo dices porque sales con él -ríe Bill- Sino, no lo dirías.

- Sois los dos crueles -espeta la rubia y ambos se echan a reír.

Un gruñido suena desde lo alto del segundo piso. Ambos se miran y aguantan la risa. Tom se había despertado.

- Qué gruñón es recién levantado -habla Bill- desde luego ese gorila es con el que sales.

El sonido de unos pies descalzos bajar por las escaleras llama de nuevo la atención de ambos.

Tom, con las rastas sin recoger, desordenadas y con cara de cansancio, posa su mirada en Sophia, lo que hace sonreír a la rubia.

- Buenos días -dice esta, levantando el plato de tortitas que había cocinado junto a Bill- Baja.

Este termina de bajar el tramo de escaleras y se abalanza sobre Sophia, quien consigue abrazarlo entre risas.

- Me corrijo, es un gorila bebé -susurra Bill, aunque Tom le escucha.

- ¿Hm? -pregunta este, confuso. Sophia ríe y deja un beso en sus labios.

Los hermanos de sientan a comer mientras Sophia decide limpiar el estropicio. Qué mínimo ya que se está quedando en una casa que no es la suya, donde le dan de comer y agua para ducharse. Definitivamente se sentía en duda con la familia Kaulitz.

- Me ha llamado Georg -anuncia Bill con una amplia sonrisa- Nos ha invitado a su casa.

- ¡Woo! -grita Tom elevando los brazos en el aire- ¡Piscina!

- Llevaba todo el verano sin meterme en el agua -confiesa Sophia, con una sonrisa y mucha emoción- pero, no tengo nada que ponerme.

Tom enseguida le guiña un ojo y relame su labio inferior, queriendo decir que no le importaba, a lo que Bill responde con la mirada más fulminante del mundo.

- A veces me repugnas -habla Bill, para después mirar a Sophia- Uhm, ¿Tienes dinero? -esta asiente después de pensar durante unos segundos- Entonces vamos a prepararnos y salimos en busca de alguno antes de irnos.

Sophia estaba más que contenta, adoraba la piscina, sobre todo cuando hace un calor de película fuera, y eso que estaban en Alemania.

Pasada media hora, los tres estaban listos para salir y comenzar el día. Bill coge sus gafas de sol y salen por la puerta, cerrando tras ellos.

- Hay un pequeño centro comercial cerca, así que no creo que tardemos mucho -dice el pelinegro, a lo que Sophia y Tom asienten.

Ya en el centro comercial, buscan desesperadamente una tienda de ropa interior, donde suelen vender piezas de baño. Finalmente, la encuentran.

- No pensé que fuese a entrar en una tienda así -habla Tom, inspeccionando la zona con los ojos bien abiertos.

- Después de todas las chicas con las que has estado, deberías conocerte el producto de toda la tienda -susurra Bill, haciendo que Tom le de un codazo. Por suerte, Sophia no lo oyó.

Ella se paseaba por los pasillos en busca del bikini perfecto, y del más barato, porque solo tenía 12 euros con 50 céntimos, poco podía hacer con su presupuesto.

De repente, encuentra uno, básico pero que la podía sacar del paso para ir a la piscina hoy. Sonríe y lo sostiene en el aire para que los hermanos lo vean.

- Vas a estar increíble en eso -comenta Tom con una amplia sonrisa. No era un comentario sexual, como venía haciendo habitualmente, sino real.

- Tom lleva razón, son tus colores -concuerda Bill- ¿Te lo pruebas?

Esta niega y camina directamente a la caja, sin tener más tiempo que perder.

De vuelta a la casa de los hermanos, donde tendrían que preparar sus cosas y salir en tan solo media hora más, ya que el padre de Georg estaría en la puerta para recogerlos con el coche.

El día pintaba genial, no podía esperar a llegar y relajarse bajo el sol junto a sus mejores amigos.













Hola! no tiene que ser todo malo en la vida de Sophia, dejémosla respirar a la pobre JAJAJA espero que os este gustando 💋💋

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora