11

5.5K 299 107
                                    

Tom se moría por besar a Sophia. Esta iba sonriendo al mismo tiempo que contemplaba las vistas, y como las ardillas querían apoderarse de los cacahuetes que estaba intentando comerse Gustav. Estaba cansado de pretender delante de la gente, ya que la gente empezaba a reconocernos y la mayoría, miraban a Sophia.

Está lo sabía. Era consciente de que estaba en el punto de vista de muchas personas, posiblemente seguidores del grupo. No le importó demasiado, dado que no quería esconderse, era mejor que se acostumbrasen a su presencia.

- ¡Es ella! -pudo distinguir entre los árboles, hasta que aparecieron dos chicas, de unos 15 años, mirándola desde lejos.

Bill, que también había distinguido a las chicas, se acercaba ahora a Sophia y la abraza por los hombros, sintiendo como unos cuantos flashes de cámaras distorsionan su vista.

- Solo queremos dar una vuelta -murmura Bill, algo decepcionado- La primera vez que vienes aquí y esto es lo que tienes.

- Soy vuestra amiga, es lo que tengo -response Sophia, sonriendo- Además, si me hago famosa como vosotros, no tendré que estudiar más.

- Qué rápido se le ha pasado el querer estar en el anonimato -bromea Tom, caminando junto a ambos- ¿Y si vamos a otro sitio?

- ¿A dónde? -pregunta una confusa Sophia.

Un par de horas después y unas cuantas palabras, estaban en el Empire State Building, completamente solos. Las vistas eran de otro mundo, como si estuviera flotando sobre las nubes. Se dio la vuelta para mirar a Tom, quien estaba mirándola desde una de las esquinas.

- ¿Te gusta? -grita este, ya que hacía un poco de viento y era difícil oír bien.

- ¡Me encanta! -gritaba esta de vuelta, acercándose a él- Gracias.

- ¿A mi? -pregunta confuso- No he hecho nada.

- Estás aquí -sonríe, colgándose de su cuello y dejando que Tom agarre su cintura- Conmigo.

Se iban acercando poco a poco, hasta que consiguieron tener sus frentes unidas en lo que sonreían. Estaban casi seguros de que aquél era el momento, ya nadie les pondría interrumpir.

Bill apareció, quedándose helado ante la situación, tapó su boca, para hacer el mínimo ruido y rehizo sus pasos, quedando lo más alejado posible de la pareja. Esta vez, les daría su momento. Gustav y Georg miraban al pelinegro rehacer sus pasos, mientras que este les indica con el dedo índice lo que estaba pasando, haciendo que entendiesen.

Ahí estaban, solos, bajo el cielo de Nueva York a miles de metros de altura, donde las cámaras no llegaban, donde la gente no gritaba, dónde podían estar en paz.

No dijeron nada más y se unieron en un tierno beso. Aquello hizo que miles de sensaciones recorriese el cuerpo de ambos, sintiendo como su bello se erizaba por toda su anatomía, sintiendo renacer cosas que pensaban que habían muerto, recuperando recuerdos que creían haber perdido. Se sentían en casa, de nuevo.

El beso era lento, para el mayor disfrute de ambos. Poco después, se separaron y volvieron a juntar sus frentes, echando a reír.

- Cuatro años después -carcajea Tom, avergonzado.

- Cuatro años después -asentía Sophia entre risas.

- Estaba deseando hacer esto -reconoce el de rastas, agarrando más fuerte su cintura.

- Y yo que lo hicieras -sonríe, dejando un pequeño beso en los labios del más alto- Pensé que iba a tener que volver a Berlín sin un beso.

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora