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El lugar era precioso, con una pequeña alfombra por la que debían pasar y posar frente a las cámaras, para que los fotógrafos sacaran fotos y lanzaran alguna pregunta. Esta vez, estaba convencida de que no iba a sentirse intimidada, dejando que las miradas, las lentes y los comentarios, pudiesen con ella. Esta vez, iba a sentirse cómoda en su piel, junto a los chicos, quienes iban a su lado, sin separarse un segundo de la rubia. Esta vez, se sentía realmente arropada.

Tom notaba ese pequeño cambio en ella, lo que le sorprendió y le pareció extremadamente atractivo. Le gustaba lo introvertida que había sido siempre, pero es cierto que, también admiraba la seguridad que desprendía en aquella tarde. Sus ojos estaban clavados en ella, como si fuese cuestión de un imán atrayéndole.  Notó su corazón acelerarse, como cuando la vio por primera vez, era una sensación que no había caducado, sino que había permanecido en él. Sophia tenía aquella formula química que le tenía rendido a sus pies, dada la circunstancia que sea.

Se encontraban en la alfombra, Tokio Hotel y Sophia García, una nueva celebridad por extensión. Uno de los cámaras, pidió que Sophia posase sola, ya que había pocas fotos de la chica. Los chicos la miraron con cierta desconfianza, pero esta se limitó a asentir y se echó a un lado, comenzando a posar con una sonrisa impecable.

Gustav no pudo evitar pero levantar una ceja, sonriendo, ante la reacción de Tom. Este tenía la boca ligeramente abierta, embobado con la imagen de la rubia frente a los flashes, segura y con una sonrisa que podía mover montañas.

- Ciérrale la boca o le entrarán bichos -bromea Georg, a lo que Bill asiente con una mueca divertida y palmea el hombro de Tom.

- ¡Tokio Hotel! ¡Aquí! -gritaban diversos fotógrafos, indicándoles que se pusieran donde había estado Sophia, quien ya se había apartado.

Los chicos posaban, sonriendo y abrazándose unos a otros. Sophia les miraba con orgullo, ciertamente más orgullosa por lo que había conseguido hoy.

A pesar de estar posando, Tom había clavado sus ojos de nuevo en la rubia, quien le miraba a través de la gente que había entre ellos. Sophia se llegó a poner nerviosa, sonrojándose y apartando la mirada, llevándola a sus pies.

El primer pensamiento del de trenzas negras fue casarse con ella. Lo habían hablado, desde luego, pero había sido descartado por lo jovenes que eran aún. Si el tiempo estaba de su lado, podría llegar a tener lugar. Aún así, no pudo evitar pensarlo de nuevo. Sophia era la chica de su vida, ¿por qué esperar? ¿cuando sería el momento idóneo, si estaba seguro en ese mismo momento?

Estaba centrado en sus pensamientos, hasta que es sacado del trance por su hermano, que le empujaba fuera del foco de las cámaras. Ya junto a Sophia, el grupo se dirigía al interior, con una copa en la mano y muchas miradas en ellos, una de ellas, la de la modelo. Sophia se había dado cuenta, pero no sería la que rompiese el hielo y comenzase una conversación, dejaría que esta hiciera los honores, para dar pie a una respuesta. La alemana no tardó en acercarse, llamando la atención de los cuatro chicos.

- Chicos -sonríe, dándole dos besos a cada integrante, menos a Sophia- Me alegro de que hayáis venido.

- No podíamos faltar -habla Bill, quien era el que más hablaba en eventos.

- Desde luego, ¿os lo estáis pasando bien? -preguntaba de nuevo, sonriendo ampliamente y jugando con su pelo.

Sophia no pudo evitar querer rodar los ojos, dado que le parecía una pregunta un tanto rara, llevaban apenas treinta minutos en el lugar.

- Por supuesto -continúa hablando Bill, tomando un sorbo de su copa- Hace un día muy bueno.

- ¿Habéis pensado lo de mi evento? -añadió de nuevo Klum, aún sin mirar a Sophia.

FATE || Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora