La noticia no tardó en dar la vuelta al mundo, convirtiéndose en el titular de revistas, aperturas de cadenas televisivas y el tema de conversación más popular del momento. Tom Kaulitz y Sophia García, estaban comprometidos. Dos días después de haberse prometido en aquella playa de Los Angeles, lo anunciaron por sus redes sociales, queriendo ser ellos mismos quienes dieran a conocer su propia noticia. Simone, la madre de los gemelos, había abrazado y acogido a Sophia en su familia como si se tratase de una hija más. Teresa, por otro lado y con unos valores diferentes, tardó un poco en dar su brazo a torcer, dándoles su bendición.
- Sois jóvenes -hablaba Teresa al otro lado del teléfono- Tenéis mucho que vivir aún, no hay que correr.
- Estamos seguros -espeta Sophia- Es él, mamá.
La seguridad en las palabras de su hija le hizo replantearse su postura. No podía estar en contra de aquello, porque nunca lo había estado, sabía que su hija y el de trenzas negras, estaban hechos el uno para el otro, pero la idea de un matrimonio es algo que no debe tomarse a la ligera, porque se pensaba como una unión sagrada. Todo tenía su momento.
Al final, si aquello hacía feliz a Sophia, le haría feliz a ella.
- No me había parado a imaginar tu boda aún -carcajea Teresa, conteniendo sus lágrimas- Es un momento tan especial, hija.
Entonces Sophia pensó en su madre, en la boda que tuvo. Sus padres ya no están juntos, pero deberán recordar durante toda la vida el día en el que decidieron unirse en una sola familia, durante el tiempo que debiesen estar juntos. No era un grato recuerdo para Teresa, pero ahora tendría uno nuevo, ya que su hija estaba a punto de hacerlo con Tom, el amor de su vida.
- Lo será -susurra Sophia, echando un vistazo a su anillo de compromiso, sonriendo- Estoy deseando que vengas.
- Y yo de verte, espero que por lo menos os esperéis para darme nietos -bromea Teresa, haciendo que Sophia, al otro lado, abra los ojos ampliamente.
- ¡Mamá! -exclama esta, riendo avergonzada- No hemos pensado en eso aún.
Era cierto. Después de haberse prometido, aclararon que lo demás vendría con el tiempo, cuando ambos estuviesen de acuerdo en que era el mejor momento. Con calma.
La llamada acabó pronto. Sophia salió de su habitación, bajando a la planta baja donde se encontraban los hermanos, hablando.
- Miss Kaulitz -bromea Bill, haciendo una especie de reverencia.
- Cállate, Bill -ríe la rubia, dándole un sutil golpe en el hombro y sentándose en el gran sofá, soltando un suspiro.
Tom, que llevaba un rato con la vista clavada en la pantalla de su teléfono, sonríe y levanta la mirada para mirar a Sophia.
- ¿Tan malos son los comentarios? -suspiraba la rubia, sabiendo la respuesta.
- Sí -respondía con tranquilidad- No sé por que están tan molestos.
- Quizás porque eres el amor platónico de muchos -Tom miró a Sophia como si aquello fuese imposible, por lo que ella prosiguió- Es así. A eso llega. Ya se estaban acostumbrando a mi.
- ¿Tendría que haberme esperado entonces? -pregunta Tom con algo de incredulidad, incluso molesto- No entiendo por qué simplemente no puedo tomar decisiones sin que moleste.
Dicho eso, se levanta y abandona la habitación, subiendo escaleras arriba desapareciendo de la escena. Bill y Sophia, que no esperaban aquello, estaban clavados en su sitio, sin decir nada.
ESTÁS LEYENDO
FATE || Tom Kaulitz
RomanceLo que une el destino es tan fuerte que, tomes el camino que tomes y vivas lo que vivas, siempre te encontrarás con él de nuevo.