Se encontraban en el apartamento de Sophia, aprovechando que sus padres habían salido a dar una vuelta por la ciudad.
Tom y Sophia no habían cruzado muchas palabras desde aquel abrazo, aunque se lanzaban alguna que otra mirada.
Estaban usando ese momento para ponerse un poco al día, sobre todo con Sophia, ya que nadie había hablado con ella desde entonces.
- Perdón por irme -de disculpaba la rubia, anclando su mirada en el suelo.
- No tienes que pedir perdón -se adelante Gustav, quien le sonríe cálidamente. Esta levanta la cabeza y sonríe, jugando su mano con la de él.
- Lo comprendemos -añade Georg, juntando su mano con la de la rubia y Gustav.
- Por supuesto, sabes que siempre nos vas a tener a nosotros -finaliza Bill, uniendo su mano al montón.
Faltaba Tom, quien no tenía muy claro hacia qué dirección mirar. Bill le da un codazo, echándole una mirada cómplice.
- Creo que deberíamos irnos, chicos -les dice a Gustav y Georg, quienes pillan la indirecta y se levantan después de abrazar por turnos a la rubia.
Desaparecen y en la habitación solo son Tom y Sophia, que siguen sin mirarse, sin hablar.
Tom toma la iniciativa y aclara su garganta, dispuesto a romper el hielo.
- Realmente no espero nada -reconoce, ahora con Sophia clavando sus ojos en él, sin decir nada- No espero que me perdones, que vuelvas a mi lado, que me quieras -se podía notar la emoción en su voz- Lo que pasó tuvo que ser muy duro para ti. Esa imagen probablemente te persiga y te haga daño -esta ligeramente asiente a sus palabras- Pero quiero que sepas que no fue como viste. Angela quería besarme, sí, y se abalanzó sobre mi sin darme tiempo a apenas reaccionar. En cuanto me besó, me aparté -reconoce, mirando hacia el suelo- No quise saber nada de ella después de que no le importara nada el que le dijera que te tenía a ti.
Sophia le miraba con atención, le veía al borde de las lágrimas. Todo lo que ella había creado en su cabeza estas últimas semanas lo sentía esfumarse, para llenar su corazón con pena y entendimiento.
- Fui a buscarte -suspira, conteniendo sus emociones- Y me mató saber que te habías ido. Te busqué por todas partes, la idea de alejarme de ti ardía -una lágrima cae por su mejilla, que es rápidamente recogida por el suave toque de Sophia- Yo nunca quise hacerte daño, nunca lo haría, por nada en el mundo.
La chica podía sentir alivio a medida que este iba hablando, notando como sus ojos se aguaban.
- Yo te quiero, Sophia -confesaba Tom, ahora mirándola a los ojos.
Era una flecha atravesando toda su alma. Era oír un trueno en mitad de un día soleado.
Le quería, tanto.
- Yo también te quiero, Tom -confesaba esta de vuelta.
Sonríen y lanzan una risa, aliviados. Todo estaba fuera y de vuelta a la normalidad.
Se miran con ternura, sintiendo miles de cosas. Tom se sorprende de sí mismo, nunca había pensado que sería el típico romántico que se cuelga de esta manera por una chica. Al revés, se imaginaba enamorado pero a unos niveles más bajos, más controlados, y mucho más lejos de la edad que ambos tienen.
Sophia le volvía loco, en todos los sentidos, no solo en el sexual, donde también estaban muy conectados.
Ese "te quiero" fue el primero que Tom había dedicado a alguien, sabía que no era el de Sophia pero no era algo que le importara, le importaba que le quisiera en ese momento, tanto como él a ella.
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FATE || Tom Kaulitz
RomansaLo que une el destino es tan fuerte que, tomes el camino que tomes y vivas lo que vivas, siempre te encontrarás con él de nuevo.