Despertó con la misma sensación con la que se durmió, las mariposas. Era un lindo día, se sentía plena, con energía, como si ni siquiera tuviera que caminar porque las mariposas la llevaban. Desayunó con Vanessa, había cierta nostalgia porque al día siguiente ella volvería a su hogar y ya les quedaba poco tiempo por compartir, así que decidieron hacer una despedida esa noche, a la cual estaban invitadas Akiko y Olivia, serían las cuatro compartiendo y despidiendo a Vanessa, así que después de ir a dejarla al centro del pueblo compró las cosas que necesitaba para la despedida.
Allí se encontró con Olivia, quien la acompañó a sus compras mientras conversaban, Akiko también estaba en el centro, paseaba a Akari con una mano y en la otra sostenía una bolsa con lo que parecían ser verduras. Vio a Francisca primero y sintió que su corazón volvía a latir y que tenía cientos de mariposas en su garganta que querían salir, a ella también la acompañaban, pero duró poco porque luego vio a Olivia quien sostenía el brazo de Francisca mientras miraban y elegían la decoración para esa noche. Akiko tragó para devolver las mariposas hacia su estómago, en el que ahora sentía un vacío y rabia, así que decidió marcharse sin ser vista. Volvió a su hogar y preparó algunas cosas para llevar esa noche a la despedida de Vanessa.
Olivia parecía no tener nada más que hacer y se unió a Francisca para ayudarla a decorar y preparar todo, le gustaba estar con ella, pese a que no tenían tanto en común, lo pasaban bien, se reían y podían hablar de cualquier cosa, El tiempo pasó rápido dando paso a la noche hasta que estuvieron reunidas las cuatro brindando por Vanessa. Francisca le dedicó unas palabras de agradecimiento, por haber estado ahí, por apoyarla siempre, por cada consejo y por cada día vivido.
Pasaron de la emoción al canto y el baile. Cantaron Karaoke, generalmente a todas les daba vergüenza, menos a Olivia quien fue la primera en hacerlo, pero con unos tragos encima todas lo hicieron, la última fue Akiko, era la segunda vez que Francisca oía su voz, y en ese minuto se dio cuenta que no era un efecto del Bosque Mágico, sino que realmente cantaba como un ángel. El brillo en sus ojos al cantar, y el de Francisca al escucharla, las hacían coincidir en esos destellos que veían últimamente cuando se miraban a los ojos. Olivia se percató de aquello y quiso robar protagonismo casi arrebatándole el micrófono a Akiko que ya estaba terminando su canción, a estas alturas uno de los ojos de Akiko ya empezaba a tiritar. Pero no quería arruinarlo, Vanessa no lo merecía, así que siguió cantando y bailando como el resto.
Vanessa hizo correr un cigarrillo verde y todas fumaron de él, minutos después se miraban y reían mientras bailaban. Parecían estar todas en sintonía, brindaron por esa noche y por Vanessa que mañana debía marcharse. A ratos se acercaban más para bailar algunas coreografías, y en ciertos momentos Francisca y Akiko intercambiaban miradas y algunas sonrisas con un tanto de vergüenza, pero más que nada miradas de esas que solo ellas entendían, de esas que las hacían suspirar y sonreír, pero Olivia insistía en interrumpir esos momentos queriendo siempre ser el centro de atención, siempre lo era a donde fuera, su cuerpo escultural, su pelo rubio, sus verdes ojos y su actitud mataban a quien estuviera enfrente, pero a Vanessa le era indiferente, Akiko no la soportaba, y a Francisca le caía bien, pero ante sus ojos Akiko era el centro de su atención, como si no hubiera nada más en ese lugar que ella, con su tímida sonrisa, con su voz de ángel, con sus ojos negros. Pero nuevamente eran interrumpidas. Vanessa, quien parecía preocupada por su viaje propuso salir un momento.
Todas salieron un rato afuera a mirar la luna y las estrellas, para Akiko fue revivir la noche estrellada, y ese sentimiento invasivo que se apoderaba de ella cada vez que lo recordaba, cada vez que recordaba los ojos de Francisca puestos solo en ella, como si fuera la estrella más brillante de la noche, cuando recordaba la canción que sonaba en ese momento, esa misma que Francisca cantaba con tanto sentimiento, esa que después de la fiesta escuchó imaginando distintos escenarios en los que había algo en común; en todos terminaba abrazada a Francisca que esa noche parecía mirarla de la misma manera, pero con disimulo. Aun así provocaba el mismo sentimiento, ese que crecía como el vuelo de una mariposa en su vientre que luego batía sus alas por todo su cuerpo, haciéndolo temblar por dentro y erizarse por fuera.

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Esos ojos Japoneses
RomansaUna mujer deja atrás su pasado para rehacer su vida, cambiando en todo sentido, incluso su rumbo. Su nuevo destino le trae esperanza, quizá aquí conozca a quien podría ser su alma gemela Solo sabe que está dispuesta a vivir nuevamente.