Un paso a la vez.

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Mientras lavaba la loza después de su solitario almuerzo, Akiko sonreía, porque recordaba su cumpleaños, lo especial que fue, gracias a todos quienes hicieron posible que fuera un hermoso día, pero más la hacía sonreír ese recuerdo que vivió en cámara lenta hace dos noches, sentía que debía verla otra vez y saber qué era exactamente lo que le pasaba con ella, en el fondo lo sabía, pero quería asegurarse, porque ya era hora de ir avanzando y parte de ello era reconocer sus emociones frente a situaciones y personas, buscar dentro de sí qué es lo que la hacía sentirse así.

La citó en un café del centro del pueblo con la excusa de compartir fuera de casa, afuera llovía y como si fuera el escenario de una película romántica, ambas se vieron desde la esquina contraria, y apenas posaron su vista una en la otra sonrieron. Francisca la vio y su mundo se iluminó, no podía despegar su mirada de la tierna mujer que apareció en la otra esquina, "Se ve tan linda bajo la lluvia" pensó. No podía evitar sonreír, era innato cuando la veía, automáticamente se activaban los músculos que daban paso a su amplia sonrisa. Akiko por su parte confirmó de inmediato su sentimiento apenas supo que ella se encontraba en la otra esquina de la calle, la vio caminando sonriendo sin despegarle la mirada y eso le hacía latir el corazón de una forma en que parecía que iba a estallar, iba en aumento con cada paso más cerca.

Se juntaron en la puerta del café sin esquivar la mirada un segundo, y se abrazaron tiernamente, entraron y ordenaron algo. Mientras esperaban el delicioso café y los pasteles que habían ordenado, conversaban acerca de que pronto sería la inauguración de la nueva veterinaria a la cual invitó cordialmente, eso ponía nerviosa a Francisca, faltaba poco para ello y eran tantas sus ganas que necesitaba distraerse para pensar en otra cosa, Akiko no dejaba de pensar en una sola cosa: "Debo asumir que me gusta" se sonrojaba al pensarlo, mientras ese pensamiento se repetía como un mantra en su cabeza, a ratos lo pausaba para responder vagamente, su cabeza estaba en otro sitio, estaba evitando ser descubierta, pero ninguna se daba cuenta en qué momento exactamente entraban en su propio mundo para olvidarse del resto, porque sus miradas mutuas, profundas y perdidas en el tiempo, el espacio, la vida y todo lo que sucediera alrededor de ellas. Las personas de la cafetería observaban su interacción con brillo en sus ojos, se veían tan lindas compartiendo, era algo agradable de ver, el respeto y el amor que brotaba por sus poros al compartir algo tan simple, todos parecían prestarles atención, disfrutando de la imagen más pura de un amor que avanzaba con cada mirada y suspiro que se dedicaban sin notarlo, era innato para ellas.

Francisca se paró al baño y un minuto después llegó la mesera con su orden, sirviendo el pedido a Akiko, cuando puso en la mesa lo que Francisca había ordenado dijo: "Y ese es el pedido de su novia" Perdón, no suelo hacer esto, pero ¿Puedo decirle algo? La palabra novia resonaba en el interior de Akiko quien parecía cada vez con más color en su semblante. La joven mujer continuó diciendo: Verlas es hermoso, todos pueden notar cuanto se aman y eso es algo que no suele verse en el mundo, día a día observo parejas venir aquí, he visto nacer y morir romances en distintas mesas, pero lo que veo, y todos vemos hoy aquí es algo simplemente hermoso.

Francisca volvía con una sonrisa y sus ojos como de costumbres no dejaban de ver ni en la distancia a la asiática y enrojecida mujer. No tuvo palabras para responder a la mesera, en cambio solo esbozó una sonrisa y un casi inaudible gracias. No quería asumirlo en ese momento, se negaba a sentir algo más allá, aunque lo sabía hace tiempo, siempre terminaba encontrando alguna excusa, las cuales parecían acabar, porque lo que recién le habían dicho hacía saltar su corazón, se preguntaba si realmente todos podían notar lo que les estaba pasando y si era así por qué nadie de sus cercanos las miraba así, fue cuando recordó que jamás lo notaría si vivía perdida en unos ojos que se acercaban para incorporarse a la mesa.

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora