En las nubes.

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Las tres mujeres desayunaron para luego salir a pasear por el pueblo. Akiko estaba mucho mejor de su resfriado, y ahora su ánimo se había elevado casi al infinito, tener a su hermana en casa después de tanto tiempo sin verla era una inyección de energía para su alma. Jena sostenía a Tora en brazos mientras Akari descansaba a sus pies, ellos la reconocían, y ella amaba pasar tiempo con ellos. Francisca se había tomado la mañana libre, así que aún podía acompañarlas un rato.

Pasearon por los alrededores más cercanos del pueblo, para que Jena conociera, Francisca les tomó fotos en cada lugar que visitaron. Se detuvieron en una parte del lago que tenía un mirador para observar el volcán que estaba completamente nevado. Jena les tomó una foto a ellas dos "Parecen una pareja" dijo sonriendo mientras la tomaba. Era una foto bellísima, ambas se miraron con vergüenza y complicidad al mismo tiempo, sintieron nervios al verla.

Jena observaba la interacción de su hermana con su amiga, y confirmaba cada vez más sus sospechas, jamás vio así a Akiko antes, ni siquiera al principio con Max, cuando estaba profundamente enamorada de él, esto era algo distinto, se percibía en el aire, era puro, genuino, era algo bellísimo de ver y disfrutar, la ternura con la que se miraban, el respeto que se tenían, las atenciones, los detalles, cosas simples y pequeñas, modales que parecían casi de la realeza, era un lenguaje sutil que solo ellas entendían, pero que el resto disfrutaba presenciar, puesto que siempre que estaban juntas en un lugar público, la gente pensaba lo mismo; que eran pareja. Ellas no lo sabían, porque simplemente les nacía ser así una con la otra y no se iban a cuestionar los porqués, simplemente disfrutarían de algo que las hacía sentir felices y seguras, algo totalmente hermoso como lo que veían las personas que las miraban interactuar, como Jena que les tomó muchas fotos sin que ellas lo notaran siquiera.

Era muy obvio que se gustaban, que sus almas se buscaban, que se cuidaban, que se consentían con detalles, que se deseaban y se comían con la mirada, que había un magnetismo que las mantenía siempre buscando el contacto de alguna manera. Realmente era algo hermoso de presenciar.

Llegó la hora de almuerzo y fueron a un restaurant, mientras comían lo que habían pedido conversaban acerca de la veterinaria. Francisca debía volver a trabajar después de ese almuerzo. Era jueves, Jena no estaría por tanto tiempo, así que querían aprovecharlo, decidieron que era buena idea acampar e idearon un plan para escaparse por el fin de semana, Francisca podía tomarse libre esos días puesto que había un amigo de ella, un veterinario de su completa confianza que estaría a cargo tanto de la veterinaria como de su casa durante su ausencia.

Empacaron las cosas que llevarían, para su suerte Max parecía estar de buenas y le parecía buena idea que ellas se despejaran, en realidad le hacía ilusión tener la casa para él solo e invitar a Laura, esa era su idea y la llevaría a cabo.

Ellas emprendieron el viaje, Akari las acompañaba, irían a unas termas que quedaban camino al volcán, las cuales estaban rodeadas de un hermoso bosque. Llegaron con luz de día para armar las carpas en las que dormirían. Francisca había llevado dos carpas, una para las hermanas y otra para ella, a Akiko se le achicó el corazón cuando supo que dormirían separadas, pero al momento de armarlas se dieron cuenta que el sitio donde acamparían se vería demasiado reducido si armaban ambas carpas, Jena sugirió armar solo una y que durmieran las tres juntas, no era problema. A Akiko le volvió el alma al cuerpo y suspiró agradecida.

Se hacía de noche y ellas estaban cansadas, pero estaban ahí para disfrutar, y eso haría porque se dirigían a una de las termas situada dentro de una parte del bosque con una hermosa vista al volcán que parecía una oda a la nieve. Era una noche fría, pero el calor del agua termal las hacía relajarse, cada una cerraba los ojos mientras disfrutaban de la calidez que sentían. Por debajo del agua rozaron sus brazos y sintieron el momento exacto en que sus pieles se erizaron, el agua parecía aumentar su temperatura porque ese simple roce provocó en ambas una corriente eléctrica. Disfrutaron observando el hermoso paisaje ante sus ojos, las estrellas las acompañaban brillando para ellas, pero ya comenzaban a rugir las tripas de las tres. Supieron que era tiempo de salir e ir a preparar algo de comer, Francisca se ofreció a hacerlo para darles algo de tiempo a las hermanas para conversar.

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora