P.O.V AKIKO
Francisca dejó este mundo hace un tiempo, hace un año exactamente hoy, fue muy doloroso, aún lo es. No existe un solo día en que no la extrañe, en que no la piense, en que no la sienta dentro de mí, en que no la vea en este bosque mágico en el que hoy me encuentro, el que aún mantiene su característica escala de matices verdes alrededor del lago turquesa y los restos del cada vez más viejo y desgastado botecito en el que navegamos tantas veces, he vuelto hoy aquí a este que fue nuestro refugio, nuestro nido de amor en el que viví los momentos más hermosos junto a ella.
Quise venir hoy para recordarla, para revivir tantos momentos que pasamos aquí; pintando, reparando, navegando, descansando, compartiendo, sintiendo, sanándonos mutuamente y viviendo, sí, viviendo cada momento, creciendo a la par, cómo personas, como almas gemelas y como sentimiento. Fue tan hermoso encontrarme con su amor, después de haber sufrido tanto y de auto convencerme de que el amor no existe, que no era para mí, que jamás volvería a amar a alguien y mucho menos enamorarme. Ella apareció con sus detalles, el mayor de ellos para mí era que siempre fuera ella misma, donde sea que estuviera, hasta el último de nuestros años juntas me enterneció con algo, sobre todo cuando decía frases de películas, o cuando jugaba y le hablaba a nuestros perros, a nuestra manada como ella los llamaba, hoy no existe ninguno de ellos, hace tiempo no teníamos una mascota, a veces quisiera tener una, pero no sé si esté preparada, ya estoy vieja, y aunque necesito compañía, supongo que si tiene que ser, sucederá.
Hasta el último de sus días me dijo cuánto me amaba y me agradeció por existir en su vida y hacerla más brillante. Siempre me enamoró con sus palabras, con sus poemas, con sus miradas, con su esencia, incluso con sus enojos absurdos, con sus manías, con sus ojos de cachorrito, ¡Dios cómo amaba sus ojos! Esos que tenían el don y el poder de saber exactamente qué me pasaba, esos que desnudaban mi alma, siempre lo hizo, desde el minuto en que tuvo el detalle de estirarme su mano para ayudarme a levantar cuando yo estaba patéticamente tirada en el suelo con Akari, el día que ella lo encontró y lo cuidó hasta dejarlo en mis brazos, el día en que sentí esa electricidad recorriendo cada terminación nerviosa de mi cuerpo haciéndome actuar como una idiota. Acababa de conocerla y sentí que la había extrañado toda la vida. Ese día cambió todo, estaba desesperada, los problemas con Max ya venían hace tiempo y Akari era mi salvavidas, en ese momento él era la única razón que me ataba a esta vida, mi única razón hasta que la conocí a ella. Ese día yo desaparecería si Akari no aparecía, llevaba varios días perdido y yo ya había perdido la esperanza, estaba casi decidida a terminar con mi vida, los problemas eran cada vez mayores y yo no quería más, ya no aguantaba y la vida sin él ni siquiera podía imaginarla, pero ella apareció y me devolvió la esperanza, me hizo entrar en razón con el simple hecho de encontrar a Akari y cuidarlo, ese día tuve fe en que aún existen buenas personas, ese día supe que todo iba a cambiar, supe también que no la estaba conociendo, sino reconociendo, sentía que la conocía de otra vida y tuve la certeza de que se quedaría en esta para siempre. Sentí que me enamoré desde ese día, pero en ese momento no sabía lo que era, ni lo que significaba el sentimiento que empezaba a nacer dentro de mí. La conexión fue inmediata, pero yo supe que realmente me enamoré ese día que me devolví a pedirle su "camisa de lesbiana" y la vi recostada con uno de sus perros hablándole como a un bebé mientras le decía cosas que siempre les dijo, incluso a mi Akari y a mi Tora. ¿Quién es mi "cochita pechocha"? "¿Quién te ama cómo yo?" "Gracias por existir, mi vida pequeña" "Te amo mi corazón de pollo" y tantas otras frases, también les cantaba canciones que ella misma inventaba y los acariciaba dándoles todo el amor que les fue negado antes, tal como hacía conmigo. Ese día me enamoré al verla tan frágil, tan llena de amor, tan pura y tan hermosa. Me enterneció algo que quizá a muchos les daría risa, pero a mí eso fue lo que me hizo entender justo en ese segundo, cuando vi sus calcetines con un diseño que simulaban ser unas patas de pollo, en ese micro segundo en qué mis ojos vieron eso mi corazón dio un brinco y supe que estaba totalmente enamorada y perdida para siempre, pero lo oculté.

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Esos ojos Japoneses
RomanceUna mujer deja atrás su pasado para rehacer su vida, cambiando en todo sentido, incluso su rumbo. Su nuevo destino le trae esperanza, quizá aquí conozca a quien podría ser su alma gemela Solo sabe que está dispuesta a vivir nuevamente.